Shed Seven fueron (junto a Gene, The Bluetones o Echobelly entre otras) una de las bandas destacadas de la segunda línea del Britpop, gracias a discos como “Change Giver” (Plydor, 94) o “A Maximum High” (Polydor, 96) con los que (por supuesto) no alcanzaron la trascendencia ni repercusión de Suede, Oasis o Blur, pero sumaron en positivo a la causa noventera reservándose un pequeño hueco en los corazones de los aficionados. Un cariño que, en cualquier caso, quedó focalizado en un momento muy concreto: aquel en el que sus canciones –por entonces resultonas y bien parecidas– encajaban en la tendencia como un guante.
Tres décadas han pasado desde entonces, y fue en 2017 cuando los de York decidieron volver a escena con el discreto “Instant Pleasures” (BMG, 17), que ya lucía algo fuera de lugar y tiraba a prescindible, aunque (quizá en base al buen recuerdo de antaño) aún tuviera un pase y contase con algo aprovechable. Algo que no sucede con el presente “A Matter Of Time” (Cooking Vinyl, 24) con el que, precisamente, Shed Seven anuncian a bombo y platillo su trigésimo aniversario como banda.
Una ironía, teniendo en cuenta que el álbum en cuestión parece querer reverdecer laureles por la vía rápida, con un grupo intentando sonar juvenil y luciendo limitado y poco creíble. Doce nuevas canciones en las que el otrora carismático Rick Witter y compañía se sitúan en la misma liga que grupos como The Kooks, The Fratellis o Blossoms, para facturar piezas de indie-pop inofensivas, artificiales y con pretensiones pegadizas, que no llegan a incomodar pero despiertan cero emociones.
Los Shed Seven que apetece recordar y, de tanto en tanto recuperar para darse un festín nostálgico con canciones de cierta pegada (la misma que ahora resulta inexistente) son sin duda los de los noventa, gracias a temas como “Speakeasy”, “Dolphin”, “Ocean Pie”, “Getting Better”, “Going For Gold” o “Chasing Rainbows”. Por el contrario, el reciente retorno del combo se antoja intrascendente y sobreproducido, en un intento fallido de llamar la atención, además de innecesario, tras situarse alejados del vector espacio/tiempo que les corresponde y dejar una obra, en el mejor de los casos, anecdótica.
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