De hecho, en los últimos años, sus colaboraciones con Björk o Depeche Mode parecían haber sepultado el valor de Bell como creador, en beneficio de una provechosa situación de chico para todo. Papel mojado cuando "Sheath" arranca con un precioso tema de ambient tintineante. Entre "Blown" y "Premacy", tres minutos que caminan por la misma senda y sirven para cerrar el álbum, el de Sheffield se decanta por la rugosidad: "Freak", que ya funcionara previamente como avance del álbum, es un gargajo in the face, a medio camino del electro y la EBM; "Snot" apuesta por la epopeya espacial de bajos y bombos; y algunos medios tiempos como "Mokeylips" o "Mummy, I´ve Had An Accident" lo emparentan con su pasado más ácido. Electrónica de baile... o no. Nosotros ya nunca seremos los mismos, pero LFO pueden continuar en lo alto por mucho tiempo. Y vamos a olvidarnos de comparaciones odiosas...
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.