Dice Sharon Van Etten, con razón, que el mundo no necesita otro disco de country rock. Y tampoco – añado yo – otro de synth pop complaciente y vacuo. Por suerte, su inmersión seudoelectrónica no tiene nada de eso. Es este un trabajo proteico y autoexigente, que se inclina por el lado oscuro de la vida con espíritu turbador, haciendo honor a sus nutrientes confesos: sí, Suicide, Portishead o el Nick Cave de 'Skeleton Tree' (2016), pero también las sombras – posiblemente inconscientes – de Anna Calvi o la última Beth Orton. Dos nombres sobresalen como cooperadores necesarios: el productor John Congleton (St Vincent, David Byrne, John Grant) y un Jamie Stewart (Xiu Xiu) que sobresale como el primus inter pares de su amplia nómina de colaboradores, pieza fundamental de su engranaje.
No es extraño, pues, que este quinto álbum, armado sobre sintetizadores más ásperos que lisonjeros, se asome al abismo en más de una ocasión, como ocurre en las inquietantes (pero a la vez subyugantes) “I Told You Everything”, “Memorial Day” o “Jupiter 4”, aunque al mismo tiempo depare un par de momentos tan luminosos como “Comeback Kid” o “You Shadow”. Cambios de humor naturales en una mujer de integridad creativa incuestionable, que ha decidido aprovechar su experiencia paralela en el mundo de la interpretación (actriz en la serie 'The OA', de Netflix) y toda la hiperactividad acumulada en los últimos años para mudar de piel en una espléndida vuelta de tuerca. Bravo por ella.
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