La avaricia rompió el saco. Tras el cierre promocional de Ratchet (2015), su álbum debut, una serie de diferencias creativas provocaron la salida de Shamir Bailey de XL Recordings. El artista lanzó serias acusaciones contra el sello, a través de una entrevista en The New York Times por obligarle a construirse un personaje que fuera atractivo para el gran público, una especie de “caricatura de él mismo”, y centrar su carrera en el pop. Shamir quería alejarse por completo de esa esencia clubbing que le hizo popular, ya no se sentía identificado con la música de baile, buscaba un giro más introspectivo, minimalista. Y de aquí surgió su último lanzamiento, Revelations (Father/Daughter Records, 2017). Ya había tanteado el terreno de su traslado a un nuevo sonido en abril de este mismo año con Hope (Autoeditado, 2017). Pero, ahora le tocaba cargar con toda la responsabilidad de su carrera frente a un nuevo sello y apostar todas sus fichas a una música más outsider, experimental y personal. La pena es que entre tantas ideas Shamir haya acabado perdiéndose, el peso del proyecto se le haya hecho demasiado grande y firmara Revelations como un disco repleto de carencias que paraliza por completo su crecimiento en la industria actual.
Era una jugada arriesgada, y más cuando al comenzar este nuevo viaje fue diagnosticado con un trastorno de bipolaridad tras un inesperado brote psicótico que terminó con la hospitalización del artista. Este nuevo álbum refleja un cambio tremendamente drástico y rechaza todas las alabanzas recibidas por su anterior proyecto. Quiere tachar esa imagen dulcificada que se tiene de él, jugar con un sonido más sucio, indagar en la improvisación y construir una imagen más formal. Sin embargo, y tristemente, todo lo que Shamir no quiere reflejar en este disco es lo que echamos en falta. Los momentos más destacados de Revelations llegan cuando vuelve a hablar de su generación con esa sátira pegadiza sobre los millenials que es 90’s Kids. Cuando recupera su lado más popero como en Blooming o construye interesantes críticas sobre los prejuicios y la masculinidad en la actualidad en Straight Boys. Aún así, hasta en los mejores temas del álbum la falta de riqueza instrumental se nota por todas partes. Y es que, que el propio artista se haya encargado de tocar todos los instrumentos y mezclar el disco ha jugado completamente en su contra en esta ocasión.
Durante el resto del álbum se empeña en realzar su voz a través de un sonido crudo, apoyándose en la distorsión y los teclados. Usándola como el instrumento principal, buscando su plena exposición alcanzando tonos chirriantes y llegando a generar una especie de incomodidad en el oyente. La voz de Shamir no está preparada para desnudarla frente a un piano, para valorarla como la de las grandes divas del jazz que él tanto admira. Pero, parece ser que Shamir no se ha dado cuenta de ello. Puede que Revelations esté cargado de valentía y buenas ideas. Pero, ninguna de ellas dispuestas a favorecer el desarrollo de Shamir como estrella. Ha derrumbado su identidad por completo, ha comenzado desde cero, y lo ha hecho con un disco maquetero en el que ninguna idea termina de cuajar y posiblemente en pocos años acabe cayendo en el olvido.
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