Uno de los álbumes más endiosados del historia de la música pop es el primer disco de The Beatles en recibir el tratamiento de magnum opus multiformato al que nos han acostumbrado los sellos discográficos en los últimos años: formato cd con nuevas mezclas y un segundo compacto con diferentes tomas de los temas; doble vinilo remasterizado con vinilo extra de tomas alternativas, y cojo caja con 4 cds de audio, un 'making of' inédito de 1992 y mezcla en 5.1 del disco, junto con un libro de tapa dura.
La historia detrás de su concepción es conocida. Tras decidir dejar de girar y (con)centrar los esfuerzos en el estudio, la banda de Liverpool decide exprimir todas las posibilidades de la tecnología de la época. Su combinación junto al momento de creatividad desbordante del que disfrutan origina una de las piedras angulares por las que se mide la cultura popular del s.XX.
En plena comida aérea, mientras regresan de la gira norteamericana, Mal Evans, roadie de la banda que se sienta junto a Paul McCartney, le pide a éste que le pase la sal y la pimienta (“salt and pepper”). McCartney, confundido, entiende que le está pidiendo el “sergeant pepper” y animado, quién sabe si bajo los efectos de alguna droga, decide desarrollar la idea, imaginando una banda con ese nombre, alter ego de los propios The Beatles; un combo libre de las ataduras y presiones a las que son ellos sometidos y por tanto liberados a la hora de dar rienda suelta a ideas y posibilidades. El trío restante se suma al juego, y entre todos dan origen a un disco caótico en el mejor sentido de la palabra, una revelación de inventiva pop sin desperdicio, que abarca desde el pop lisérgico de “Lucy in the Sky With Diamonds”, “She’s Leaving Home” o “Getting Better”, al rock guitarrero del tema titular, las sonoridades psicodélicas con influencias hindús de “Within You Without You” o, simplemente, los cortes de pop perfectos y sin fisuras como “With a Little Help from My Friends”, “When I’m Sixty-Four” o la ínclita “A Day in the Life”. Todo el disco es un recorrido por algunas de las mejores canciones que el pop ha generado; el trabajo, en fin, que mayor variedad de epítetos ha producido a lo largo de los años y décadas, ahora ya cumpliéndose la quinta.
Las nuevas mezclas, a cargo de Giles Martin, hijo del productor original (George Martin, claro), que ya hizo un más que meritorio trabajo en “Love” hace once años, actualizan y mejoran las ediciones anteriores en cd (especialmente la original de 1987). Las diferentes tomas alternativas en estudio y versiones instrumentales de los temas quedan reservados a los más entusiastas de la banda británica que de todas maneras probablemente ya conocerán la mayoría de bootlegs anteriores. La versión en mono y en 5.1 sí son un caramelo apetecible, así como el documental que se rodó sobre el disco en 1992 y que ha permanecido inédito hasta ahora, pero solo quedarán disponibles para aquellos pocos que se puedan permitir la versión más fastuosa de la edición.
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