Conscientes de qué no conviene hacer –la vereda abierta por el también enorme “It’s Beautiful It’s Love” (98) quedó parcialmente bloqueada por la fronda instrumental de “Butterflies” (00)- y ahondando en referentes de sobra conocidos, el cuarteto elabora una trama de intensidad indiscutible en la que los sucesivos capítulos van exponiendo un catálogo de acordes y desacuerdos protagonizado siempre por el amor en sus múltiples vertientes –como esperanza vital (“I Won’t Hurt You”), como lenitivo existencial (“Take From Me”), como refugio emocional (“I Do”, “Feel No Sorrow”) como experiencia carnal (“Always Drunk”)-, convirtiendo a éste en el único asidero posible ante el vértigo insondable que sugiere una vida en soledad. Esta vez, sin duda, imprescindible.
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