Seven Swans

Los primeros compases del cuarto trabajo largo (el segundo que tiene distribución en Europa) del norteamericano Sufjan Stevens ya arrojan las pistas por la que transcurre el resto del álbum. El banjo va dando paso a su cálida voz, más tarde al piano, y juntos conforman ese “All The Trees Of The Field Will Clap Their Hands” que no hace más que aventurar el tono de una colección de canciones para degustar sin prisas, ese tipo de obras que devuelven con creces el tiempo invertido en su escucha.

Los primeros compases del cuarto trabajo largo (el segundo que tiene distribución en Europa) del norteamericano Sufjan Stevens ya arrojan las pistas por la que transcurre el resto del álbum. El banjo va dando paso a su cálida voz, más tarde al piano, y juntos conforman ese “All The Trees Of The Field Will Clap Their Hands” que no hace más que aventurar el tono de una colección de canciones para degustar sin prisas, ese tipo de obras que devuelven con creces el tiempo invertido en su escucha. El tono casi confesional que imprime su voz a cada una de las peculiares historias que integran el álbum marca la pauta, pero nada sería lo mismo en “Seven Swans” sin la colaboración de las hermanas Smith (Megan y Elin, integrantes a su vez de la Danielson Family, que también aporta tres hermanos más en tareas de percusión y producción), cuyas voces se entrelazan con las de Stevens para formar melancólicos bucles sonoros, en ocasiones plenos de esperanza (“A Good Man is Hard to Find”) y en otras un tanto apocalíticos (“Abraham” incluso recuerda a los diabólicos crescendos del segundo álbum de Red House Painters). Más desnudo aunque igualmente emocionante se muestra en preciosas miniaturas de orfebrería folk como “To Be Alone With You” o “Size Too Small”, pequeñas delicias de un álbum que exige dedicación y tiempo. Préstenselo si pueden. Ya saben que el olfato de Geoff Travis rara vez suele fallar.