Dennis
DiscosSega Bodega

Dennis

8 / 10
Fran González — 07-05-2024
Empresa — Autoeditado
Género — Electrónica

Experto en crear experiencias inmersivas más que discos al uso, Sega Bodega recurre a su ya habitual tradición de nombrar en masculino singular sus trabajos para presentarnos ahora su tercer larga duración, “Dennis” (24); un tubular y cautivador éxodo por la cara más onírica y experimental de la electrónica que nos hará poner en tela de juicio la fina línea que separa la realidad de la utopía.

Salvador Navarrete, el hombre que se oculta tras el alias en cuestión, nos hizo saber con sus primeros adelantos que su intención con este disco era contagiarnos la confusión y el desconcierto que definieron su vida un par de años atrás. Y francamente, no podría haber elegido una paleta de colores más acertada para retratar y formular en once pistas un estado de ánimo tan frágil, difuso y desenfocado como el que aquí rememora. A pesar de que podamos delimitar sus casi cuarenta minutos en dos segmentos claramente distinguibles (con un inicio más salvaje y un progresivo oscurecimiento en las formas), su narrativa digital y envolvente nos incitará de manera natural a querer escuchar el disco en su conjunto y sin detenciones. Dejar que sea éste quien se comunique con nosotros y entregarnos de forma pasiva a su disonante secuencia de beats que acelerarán y pausarán nuestro espíritu a puro antojo.

Después de un torbellino de sintetizadores frenéticos (de la mano de “Adulter8” y sus melodías pérsicas vitaminadas) y un curioso alud de voces sampleadas y pitcheadas (con una “Elk Skin” de ritmos sincopados que nos recordará al mejor Nicolas Jaar), el disco alcanza su majestuosa y catedralicia cima gracias a “Kepko”, el sencillo principal del elepé y un recorrido canónico (si es que este apelativo cabe en el hacer de Sega) por los tropos de su discurso: techno oscuro, voces inteligibles, aros glitcheados de hyperpop y un descontrolado frenesí que nos sacudirá hasta la extenuación.

Hermanadas por una misma aura introspectiva, “Set Me Free, I’m An Animal” (un trampantojo grunge que corta el aire) y “Deer Teeth” (la perfecta definición de cómo emocionarnos sin sacarnos de la pista de baile) desaceleran la cadencia del disco hasta hacer que éste desove en una ráfaga de himnos cinematográficos (“True”) y de trance cumbiero (“Humiliation Doesn’t Leave a Mark”) que subrayan su reflexiva intención y dignifican el tramo más descafeinado del álbum.

Jugando las cartas más impredecibles de la baraja y vertiendo en una misma marmita todo tipo de géneros sin prejuicio ni tope, este productor irlandés de origen chileno nos deja claro con su tercer disco que lanzarse sin red a los abismos más aguerridos es una parte ya habitual y fundamental de su dinámica. Con ecos al trabajo que le hemos visto desempeñando recientemente como productor de otras estrellas (en especial, para los últimos proyectos de Shygirl y Caroline Polachek), “Dennis” encapsula a la perfección la progresión artística de Sega Bodega y refleja con acierto su capacidad única para redefinir la electrónica actual.

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