Niños mimados de la prensa británica, estandartes de la primera revolución post-rock -aquella cuyas coordenadas sonoras resultaban menos concretas- Seefeel arrancaron su carrera como afectos al shoegaze y le pusieron punto y final marcándole los pasos a la generación que nació del “Artificial Intelligence”. Y de la indefinición que generó el paso de un estadio al otro surgió lo más valioso de su producción musical: una banda de guitarras vaporosas que funcionaba en lo rítmico como el mecanismo de un reloj (digital). A Mark Clifford terminó de írsele la olla con la fiebre electrónica, montó Disjecta y Seefeel dejó de tener razón de ser. Hasta una reciente reunión que en realidad enfrentaba a dos miembros originales, Clifford y Sarah Peacock, con DJ Scotch Egg y el batería de Boredoms, cuya aportación parece más bien anecdótica. Porque si bien el nombre del DJ nipón aparece acreditado como coautor de buena parte de los temas, el sonido de Seefeel apenas ha cambiado con el paso de los años, aún abstracto, aferrados a un bucle infinito (o casi) que en su momento interpretamos como el principio de algo grande y que hoy resuena como eco de un pasado que fue mejor.
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