Si Javier Vielba, Rubén Marrón y Marcos Úbeda no tuvieran proyectos paralelos en los que dar rienda suelta a su búsqueda de otras sonoridades, este disco sería probablemente algo más arriesgado. Es decir, un ejercicio que contentaría sólo a unos pocos exigentes y que alteraría una marca de la casa que funciona, con la que siguen ganando fans, despacio pero con buena letra. Precisamente en estos nuevos textos es donde se intuye -sin libreto uno no acaba de sumergirse en ellos del todo- que Vielba sí da alas a un refrescante impulso emocional, sin olvidarse de todas esas referencias de redención homérica a lo far west que ya son parte fundamental de su universo lírico. "Secret Fires" es inequívocamente luminoso, ligero, un disco que investiga con los teclados sin el menor atisbo de densidad impostada. Puede que el resultado no sea el deseado hito discográfico de los vallisoletanos ni cuaje en demasiadas sorpresas, pero eso importa poco cuando el sabor de boca que deja es la de ser un gran material para otra divertida gira de Arizona Baby.
El disco arranca muy enérgico, con unos arrebatos de Vielba en "Real Lies" con los que parece dejar entrever ciertas ganillas de rockerizar su estilo, de hacerlo un poco menos Apalaches y más Detroit, y un "Helps if you sing" que es toda una invitación a las palmas y si me aprietan, a la invasión de escenario. Pero a partir de aquí el tracklist pega un cambio sistemático hacia una sucesión de temas cálidos y reposados, de carretera solitaria, con una orientación más pop que terruñera que en el fondo no deja demasiada huella. La finura de los arreglos es lo más atractivo durante estos cuatro temas seguidos entre los que brilla "Don't look back (on yesterday)", donde guitarra y piano (al parecer es un clavicénvalo) conviven arropados por un bonito manto de melodías vocales evocadoras, como un canto ritual bajo la noche estrellada. Es tras la animada "Owners of the world" cuando en definitiva despunta el mejor segmento del disco, una segunda cara más traviesa liderada por la beatle-esca "New Road", con detalles más caprichosos y enjundiosos, y en la que la profusión de teclados, la verdadera baza novedosa de este trabajo, ofrece los mejores momentos de magia.
Pues no puedo estar más en desacuerdo... con lo crudo y completo que sonaba su anterior trabajo, The Truth, The Whole Truth and Nothing but the Truth. Para mi el disco es un 3 y gracias... ningún tema llega realmente al alma como sí lo hacen de sus anteriores trabajos...