El primer episodio del periplo de Sebastián Cortés en la música se cierra con el lanzamiento de un primer álbum como “Todo ha cambiado para siempre” en el que se vislumbran con claridad todas las virtudes que convirtieron su irrupción en la escena nacional, allá por los tiempos de pandemia y bedroom pop, en una de las sensaciones más interesantes de toda la hornada de nuevos artistas que abrieron la puerta a una forma novedosa y rabiosamente conectada con su generación y con aquella actualidad confinada en la que vivíamos todos hace no tanto.
Poco queda de aquella corriente que influyó a todo el panorama nacional de una forma u otra, igual que de aquella forma de vida y de creación que surgió a su vera. Sus representantes más avezados han dado pasos adelante para convertirse en artistas diversos que, sin olvidar premisas como la autoría de ambas música y letra, el gusto por la electrónica y una fuerte carga emocional e sentimental, han sabido llevarse al público que arrastraban a otras latitudes. Desde el hyperpop a la electrónica del sonido Jersey Club o un pop electrónico de factura personal. Este es el caso de Sebastián Cortés y de su “Todo ha cambiado para siempre”, un álbum con el que el artista madrileño se ha puesto el mono de trabajo produciéndolo y componiéndolo on his own para lograr un resultado nada intimista, aunque sí romántico, con el que demuestra que tiene un don.
En “Todo ha cambiado para siempre” sobrevuela la certeza de que hay un trasfondo con atención al detalle exacerbado; todo está en el sitio donde debería. La dosis justa de cada ingrediente nos aproxima a un álbum desde el virtuosismo que, sin embargo se reviste de romanticismo y emotividad. La perfección formal y los sentimientos en uno. Ese contraste, que podría y debería resultar su factor diferencial, enriquecedor en general, termina por convertirse en un una cuestión algo desconcertante. Sebastián Cortés ha firmado un álbum debut cargado de canciones de amor, la gasolina primordial del pop desde siempre, pero que no termina de llevarnos al lugar que pretende. Más un coche eléctrico de diseño que un clásico de coleccionista que tiene que mejorar su core. Como siempre, las virtudes y los logros del trabajo nos ayudan a entender mejor los vuelos menos altos. Canciones como “Egoísta” (sobre todo “Egoísta”), “Entretenerme”, “Todo ha cambiado para siempre” o “Entre tú y yo” son canciones memorables que nos estremecen con su honestidad brutal y nos sorprenden con su manejo de los códigos sonoros. En otros temas, sin embargo, solo aparecen esos códigos que no llegan a trascender a las emociones.
Con todo, Sebastián Cortés firma un primer álbum con el que deja sentadas bases para creer que tendrá una interesante carrera en la música (quizá no en la música más mainstream) a la que, desde luego, siempre podremos mirar con atención y disfrute. “Todo ha cambiado para siempre” es un trabajo para sentarnos a esperar a un artista que debe mirar dentro más que fuera y hablar más veces desde lo que siente porque cuando lo hace tiene cosas que decir.
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