Are We All Angels

Uno de los bebés más preciados del hardcore a nivel mundial se aleja ¿definitivamente? del género. Si bien Scowl venía dando indicios de su propensión a los sonidos alternativos decididamente noventeros, es curioso que a esta altura de su carrera, cuando más ojos tienen puestos en sus movimientos, se despachan con un disco rupturista como “Are We All Angels”. Y esto nada tiene que ver con un reclamo, sino todo lo contrario, con valorar el hecho de cómo una banda le da espacio a sus intenciones artísticas aún cuando estas sean bastante distantes a las que utilizaron en el camino al reconocimiento del que gozan hoy.

Podemos decir que lo único que aparta de los noventas a este dinámico y mega infeccioso disco, son los growls de Kat Moss, atenuados considerablemente en cantidad si comparamos con anteriores referencias de la banda.

Más allá de análisis varios lo que aquí se encuentra es una colección de canciones irresistible para cualquier seguidor del alternative punk. Las referencias sonoras son muchísimas (Hole, L7, Nirvana, Garbage, los primeros Foo Fighters, etcétera), pero lo que mejor logra este disco es que realmente dé igual si antes escuchaste una música similar, porque el nivel de contagio que ofrece nubla la vista en el buen sentido. El trabajo del experimentado productor Will Yip da vuelta la tortilla de la banda haciéndolos sonar a otro nivel, aunque perdiendo el aroma underground que caracterizaba a su electrizante disco debut.

Destacar lo más hitero del álbum sería describirlo entero, pero haremos el esfuerzo de resumir su mayores aciertos, empezando por decir que “Tonight (I’m Afraid)” contiene una impecable progresión desde el post punk juguetón al hardcore emocional. Que “Fleshed Out” juega al pop psicótico en plan The Jesus Lizard. Que a Butch Vig le hubiese encantado producir “Let You Down”...

“Are We All Angels” te vende todo. Porque es un disco que cumplirá seguramente con la premisa de llevar a Scowl al siguiente nivel y también da ganas de comprarse el jeep descapotable, ponerle parafina a las tablas y vivir dentro de su revitalizante sonido por un rato largo.