Sonreír, enseñar los dientes y vender felicidad. Para su tercer largo, Santigold ha dejado de la lado sus oscuros asuntos personales para meterle caña al mundo. “99 cents” (Atlantic Records, 2016) gira alrededor del consumismo, de la vida artificial y la falta de humanidad del nuevo siglo. Y todo ello, de la mano de una estrella que lo ha vendido todo y más con “Lights Out”, que ha rozado el panorama de la interpretación en varias ocasiones y hasta ha sacado su propia línea de cosméticos. ¿Ten cansada has terminado de la vida Santi? Porque, aunque la estrella asegure que este disco está destinado a las grandes masas. Un poquito de dolor sí que vemos.
“99 cents” aparece como un rallo de sol en la carrera de Santigold. Un rallo algo cegador que intenta tapar el característico sonido que arrastra desde sus inicios y pretende convertirlo en evolución sonora. Algo que, sinceramente, no llega a conseguir en ningún momento. Y al final, lo que nos deja es un conglomerado de estilos tan variado y caótico como la portada de su disco. Con el synth-pop como referencia, Santi se vuelve ochentera en “Rendezvous Girl”. Nos divierte hasta sacarnos a bailar con ese hit de pop chicloso y sabor oriental que es “Bashee”. Se apunta a la moda del dancehall, refleja un trap algo más pesado en piezas como “Outside The War” y hasta le vemos asomar los dientes al rock con “Who I Tought You Were”. ¿Pero qué locura es esta?
Entre la larga lista de colaboradores, hay que destacar la participación en la composición del álbum de la mítica Cathy Dennis (“Bashee”) culpable de hits como “Toxic” de Britney Spears o “I Kissed a Girl” de Katy Perry. El impulso de Rostam Batmanglij (Vampire Weekend) en esa apuesta como single que es “Chasing Shadows”. O la figura de iLoveMakonnen que se presenta con cierta desgana en “Who Be Lovin’ Me”.
Haciendo un repaso general al álbum. Hay que reconocer que nos hubiese encantado que Santigold hubiera puesto firmes a algunas figuras del consumismo actual. Pero, más bien, la sensación que te deja este “99 cents” es la de una voz que tiene muchas cosas que decir, pero nada claras y con bastante miedo a soltarlas. Hay momentos brillantes en el disco y juegos con la ironía que merece la pena destacar. Nos encanta el concepto principal del disco. Pero, a la vez, nos entristece tanto desequilibrio en su desarrollo. Santi, sabemos que en parte dedicaste este tiempo a ser mamá, pero 4 años dan para mucho. No solo para un regreso divertido sin más.
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