Sans fusils, ni souliers, a Paris...
DiscosMartha Wainwright

Sans fusils, ni souliers, a Paris...

7 / 10
Sergio del Amo — 09-01-2010
Empresa — V2 / Nuevos Medios
Género — Pop

La sombra de Édith Piaf sigue más vigente que nunca. Si bien Rufus Wainwright, nos sorprendió hace dos años con un repertorio basado en la inmortal Judy Garland, en esta ocasión su hermana Martha se regodea en el espíritu de la chanson de la mano de uno de los nombres capitales de la iconografía francesa. Registrado durante los shows que ofreció el pasado junio en el neoyorquino Dixon Place Theatre y con la colaboración de algunos de sus habituales (el pianista Thomas Bartlett y el multiinstrumentista Doug Wieselman), el álbum, lejos de renovar el repertorio de ‘la niña gorrión’ a los tiempos que corren, supone un fidedigno homenaje de las tragicomedias de music hall que la Piaf enaltecía con su sombría a la que vez que visceral presencia escénica. Desde los ocho años de edad la fémina del clan Wainwright se empapó a base de bien de temas como la inmejorable “La foule” o “L’accordéoniste” y, aunque “La vie en rose” o la vulnerabilidad biográfica de “Non, je ne regrette rien” no han sido invitadas a tal evento, con el hecho de que rescate de los archivos la tragedia adolescente escrita por Charles Aznavour (“Une enfant”) y la prácticamente desconocida “Marie Trottoir” ya nos podemos dar por satisfechos. El único peligro que se corre es que después de oír el álbum uno tiene la imperiosa necesidad de volar hasta París para seguir rememorando a una de las figuras más sobrecogedoras del siglo XX.

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