Atzilut

La carrera de Sam Davies se juega en dos circuitos distintos al mismo tiempo. En uno, juega contra sí mismo para demostrarse que es la joven estrella en ciernes que asombró al panorama en ‘Cute Tapes’, el álbum del colectivo Cutemobb con el que se hicieron con un gran lugar en la pole pospandémica del urbano nacional. En otro juega contra una escena que no termina de definirse y donde las propuestas más innovadoras o pertenecen a otra liga en cuanto a punch, o se han subido a nuevas olas más electrónicas. Cuesta hacer vanguardia desde el urbano a día de hoy. En una escena donde se ha de ser rotundo hay poco hueco para sutilezas. El elefante en la habitación, un zepelín que sobrevuela ambos circuitos y que Sam Davies lleva como sponsor en el mono, es el propio colectivo Cutemobb, y muy especialmente, su primo Leïti Sene, que gracias a su soberbio álbum ‘JÖM’ y su extrañísimo álbum doble de este invierno ‘APOCALIPSI’, en el que consiguió llevar la experimentación hasta un punto tan alejado de lo normativo, sin perder su propia esencia, que resultaba brillante e inspirador. Un trabajo compuesto a medias entre el propio Leïti y los productores que también se encargan de este ‘Atzilut’ que, es como Sam Davies ha tenido a bien titular su nuevo disco.

Esta duplicidad no le sienta bien a un álbum que es más brillante de lo que parece. Ya hemos escuchado antes un trabajo así, y bien hecho, como para volver a repetir los modos y las producciones, ampliando ligeramente el rango temático pero incluso volviendo a firmar letras con una carga similar. Las comparaciones son odiosas pero hay ocasiones en las que parece que se buscan adrede, y si no es así, si Sam Davies no ha querido establecer un díptico familiar con ‘APOCALIPSI’, estamos hablando de un error garrafal en la trayectoria de un artista con el talento suficiente como para que su carrera brille con luz propia sin seguir estela ninguna.

Canciones como ‘Play’, dentro de los nuevos releases, pero también ‘Cuenta a 0’ y ‘Flor de Loto’ marcan el camino a seguir para un Sam Davies que, después de dar el paso adelante de cantar en castellano y abandonar casi por completo un inglés que, dentro del mercado hispanohablante, es sinónimo de fracaso para cualquier artista que no disponga de las redes y el poder de la industria anglosajona, debe dar ahora el paso para buscar un camino nuevo que le lleve a alejarse de sus influencias para convertirse él mismo en un artista influyente. Para un miembro de la vanguardia de la escena, ese y no otro debería ser su objetivo principal. ‘Atzilut’ queda como un movimiento curioso que permite darle una nueva oportunidad a Sam Davies pero que se aleja de lo que prometía con sus primeros adelantos.