Bebiendo de las aguas del Bidasoa y de su prolífica cultura musical, el trio que compone Sacco plasma en “Basa” (Bidehuts, 2022) todas las enseñanzas de la tierra que los ha visto crecer. Es folklore (o postcore) en su mejor expresión. La espera ha sido larga -han pasado 8 años desde su primer trabajo- pero ha merecido la pena. Sobre las bases de bandas como Dut o Lisabo han construido un sonido propio que se afianza en este segundo trabajo.
Abren con “Arrakala, sasi, sustrai” y ya desde el principio nos cuesta respirar. Un bombardeo de cuestiones existenciales y una atmósfera sonora apabullante son los culpables. La pesadez se va abriendo camino y cada vez cuesta más dar pasos adelante. Vivir viene a ser esto. Cuando todo lo que nos rodea nos sobrepasa, nos centramos en nosotros mismos, aunque sea para tomar aire, aunque sea para sobrevivir. Ahí llega “Gutasunean”, un tema algo más pausado, cortante a ratos, que nos pone frente a nosotros mismos. Pero no nos sobra el tiempo para la contemplación. “Esnatu ahala” llega como un tortazo. Nos pone en nuestro lugar. Nos hace ver que lo que nos rodea es un mundo extraño en el que apenas reconocemos nada. Volvemos a la trinchera deseando que el invierno y la noche que nos rodean no duren mucho. “Negua eta gaua” es el corte más breve del disco, a la par que el más íntimo e introspectivo. Solo es un receso para coger aire y enfrentarnos al último tema, “Ur berberak”, un tema mántrico que va creciendo como una espiral hasta formar un muro sónico que ellos mismo se encargan de derribar.
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