Desde Australia llega el disco debut de RVG, banda misteriosa sobre la que poca información circula más allá de las ocho canciones que dan forma a este fresco y sorprendentemente efectivo "A Quality Of Mercy" (Fat Possum 2018). No van a descubrir nada nuevo en este disco, no está llamado a pasar la historia por destacar en nada en especial: se trata simplemente de un trabajo bien hecho, donde la falta de pretensiones y la simpleza a la hora de dar forma a ocho temas de pop clásico, básico y honesto, funcionan perfectamente para ofrecer un resultado final tan logrado como disfrutable.
Esa búsqueda de la simpleza a las que me refiero marcan todo en este disco: desde la crudeza del sonido Lo-Fi de la grabación (el disco fue grabado en directo sin público en un Pub de Melbourne) hasta la austeridad de la producción (no encontrarán grandes arreglos ni muchos elementos aquí: es un disco de guitarras, bajo, batería y voz, nada más); de la redondez e inmediatez de unos temas de estructuras clásicas condensadas en unos escasos 32 minutos hasta el costumbrismo emocional de las letras, en las que Romy Vager (alma máter de la banda y compositora de todas las canciones. RVG: Romy Vager Band) explica extrañas historias que van desde una relación amorosa entre un ser humano y un ordenador a ponerse en la cabeza de un condenado a muerte en un arrebato anti-conservadurismo.
Estas historias son narradas con la característica voz arrastrada de Vager sobre unas composiciones que beben directamente de referentes absolutos como Velvet Underground y Television en la vertiente más áspera del disco (la titular "A Quality Of Mercy" o la divertida y pegadiza "IBM") y de Go Betweens, Smiths o aquello que se denominó Dinedin Sound en su vertiente más luminosa (y en mi opinión, menos interesante), como en "Heart Paste" o "Eggshell World": dos píldoras de pop nostálgico de guitarras brillantes y melodías ensoñadoras y azucaradas.
Como decía, no hay nada nuevo a descubrir en este disco, pero a pesar de lo genérico que pueda sonar por momentos, hay algo atrayente y emocionante en la forma de cantar de Vager, a medio camino entre la dejadez y el hastío con arrebatos de histrionismo con poso punk, que puede recordar por momentos tanto a Patti Smith como a Lou Reed. De la misma manera, hay suficientes momentos inspirados a lo largo de "Quality Of Mercy" como para que no resulte una escucha aburrida en absoluto, a pesar de ser un disco encuadrado en referentes tan marcados: resultan irresistibles canciones como "Vincent Van Gogh", en los que de repente RVG viajan al pasado para sonar a unos primerizos The Cure, o "That's All", tema que cierra el disco en forma de balada de regusto clásico sobre la que planea la inevitable sombra de David Bowie.
En resumen, un buen disco de pop de sonido añejo y canciones redondas para disfrutar con calma y sin demasiadas exigencias.
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