Paul Webb regresa con su aka Rustin Man tras doce años de silencio, tiempo que ha dedicado a la composición de este nuevo trabajo con mucha calma; un “Drift Code” en el que presenta sus nuevos temas, en esta ocasión sin la (deliciosa) voz de Beth Gibbons (Portishead), ocupándose así él de las tareas vocales, aparte de tocar casi todos los instrumentos que uno puede escuchar en el disco, salvo la batería, tarea de la que se ocupa con mucho tino el gran Lee Harris, su ex compañero del grupo Talk Talk. Las nueve canciones que componen este disco fueron creadas a lo largo de esos doce años con paciencia, grabando poco a poco todos los instrumentos a su aire, sin que la frescura y originalidad del disco se vean resentidas, ya que casi todos los temas tienen un componente atemporal que los cohesiona para crear un bloque musical y lírico que acaban por dar un resultado tan soberbio que no tiene nada que envidiar a su anterior trabajo.
Post-rock, jazz, rock, ambientes sepias para una B.S.O imaginaria y hasta música de vodevil conviven en armonía en el disco, un poco como lo que solía hacer con Talk Talk, arrancando con un sutil “Vanishing Heart” que ya va dejando entrever lo que se avecina, con esa voz lánguida pero con sentimiento de Webb que se ve arropada por la batería de Harris y poco a poco van uniéndose un rasgueo de guitarra sutil y un bajo, completando el tema con pocos elementos e introduciéndonos al disco con mucha clase. “Judgement Train” comienza con una guitarra haciendo el efecto twang que deja un poso vetusto, pero con mucha clase y que recuerda a alguna de las versiones de temas de los años cincuenta que se marcaba Mark Lanegan hace no mucho tiempo, pero en esta ocasión con un toque especial, más emo e intenso. “Brings Me Joy” es uno de los temas más lentos y calmados del disco, en esta ocasión sin batería y con un órgano que hace de colchón para una que Webb cante una balada agridulce. “Our Tomorrows” tiene un inicio de batería que remite a Talk Talk y que tiene sus subidas y bajadas de intensidad y un toque psicodélico clásico mezclado con jazz. “Euphonium Dream” son dos minutos ambientales a base de guitarras acoplándose mezcladas con unos vientos, que dan paso a un lento y precioso “The World´s In Town” que gracias a su sencillez, a base de piano, batería, guitarra y bajo, vuelve a atraparte, dejando constancia de ese gran trabajo que tienen los temas que ha ido montando poco a poco, con esos coros de voces hechos por él mismo y esos múltiples detalles instrumentales que dan fe de los doce años que ha dedicado a terminar este trabajo.
“Light the Light” tiene de nuevo un leve aire de vodevil y de tema confesional con una música que te teletransporta a otra época en la que conviven música de los años cuarenta y de los sesenta, jugando también con la voz para crear diferentes caracteres y emociones; un poco como hace con “Martian Garden”, en esta ocasión mezclando música de los cuarenta con un toque más psicodélico y folk. Para finalizar un delicado “All Summer” a base de su voz y piano, ideal para cerrar un disco bonito, que atrapa por momentos y que sin llegar a ser la obra maestra que era ese genial “Out of Season” sí que deja muy buenos momentos y la calidad suficiente como para someter al disco a muchas escuchas y seguir descubriendo detalles a lo largo de ellas.
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