Revistas de moda, ajetreadas cuentas de Instagram y el oropel chic de una nueva vida en Los Angeles: seguramente ni cruzando el charco haya podido Lourdes Hernández (Russian Red) escapar de los dimes y diretes que cualquiera de sus movimientos suscita. Puede que este disco también sea consecuencia directa del cansancio que tan celoso escrutinio público hace recaer en cada una de sus maniobras creativas. ¿Qué mejor forma de transmutarse, de transformarse en lo que una no es, jugar al despiste y escapar -a la vez- de los estereotipos, que meterse en la piel de otros músicos a través de ocho temas ajenos?
Seis temas de los ochenta y un par de los noventa, favoritos populares en sus karaokes angelinos a lo largo de los últimos tiempos, dan pie un puñado de verisones, entre las que "I Want To Break Free" (Queen), "I'll Stand By You" (The Pretenders) o "Take My Breath Away" (Berlin) cobran esa vaporosa atemporalidad de corte vintage que la acercan más que nunca a Lana Del Rey. Por algo su marido Zack Leigh y su hermano Aaron (ambos al frente de su proyecto Babes, con el que comparten sonoridad) forman parte de la nómina, junto a Brian Hunt y David Greenbaum (ingeniero de sonido del último Beck). Las tomas no suponen gran ruptura respecto a lo ofertado en aquel "Agent Cooper" (2013), su última entrega hasta ahora, pero las guitarras twang de "It's A Heartache" (Bonnie Tyler), la revisión acústica de "Do You Really Want To Hurt Me?" (Culture Club) y el piano casi espectral de "Don't You Want Me" (The Human League), por su parte, deparan nuevas perspectivas a un manojo de temas de los que, de tan manoseados como han estado hasta ahora, no era fácil esperar enfoques novedosos.
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