Son del botxo y llevan unos quince años publicando, aunque ha sido ahora cuando han decidido denominar uno de sus discos con el nombre de su querida ciudad. Esto no lo haría cualquier grupo, no todos tendrían las pelotas de hacer un homenaje así, tan directo y sin pelos en la lengua, pero así suelen ser las letras de Santiago Delgado.
La primera cara del vinilo fue grabada en los estudios cántabros de Hendrick Rover (Guitar Town recordings) a finales del 2019, y tras la irrupción de la pandemia registraron la cara B en su local de ensayo bilbaíno. Once canciones en su habitual onda de letras cachondas y ritmos bailables. Mucha guasa destilan canciones como “Madonna”, “La historia del RnR” o “Link Wray lerele”, marcando esta última la no tan obvia conexión entre música surf y flamenco. También es esta última su primera (hasta la fecha) canción instrumental, ya que aunque tenga coros no hay voz principal.
El enérgico disparo de “Me enamoré” (adaptación del original de Leiber y Stoller), el nuevo himno “Icono sexual”, el contagioso charlestón de “Taxi Girl” o la divertida “Papaoopunk” (que continúa destacando la influencia que el punk tuvo en su educación musical) hacen de este sexto álbum algo único a la vez que lleva varias de las señas de identidad de la agrupación. Recordadas vivencias en su ciudad o referencias tan variadas como la de Joaquín Sabina, el monte Artxanda, Bob Dylan, Tarantino o la tatuadora y pinchadiscos “Chulina” confirman que estamos ante un disco peculiar e idiosincrásico, algo inimitable. Por un tema de derechos “Viva viva Rock n Roll” sólo aparece en su bandcamp, no en Spotify , al ser una adaptación muy libre de un tema de Chuck Berry.
Rock n roll, doo-wop, garage y pop son los ingredientes principales de este interesante y festivo nuevo artefacto, que sigue sonando a 1962 pero que perfectamente sirve para bailarlo hoy en día.
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