Algo no encaja en todo lo que pasa alrededor de Rufus T. Firefly. Las excelentes críticas cosechadas a partir de “Ø” pero sobre todo a partir de “Nueve”, su anterior trabajo, no acaban de trasladarlos al estatus que sin duda merecen. Su nombre no es tan conocido ni suena tanto en los corrillos como debiera y es más que posible que este disco tampoco contribuya a ello.
Y no precisamente porque se trate de una mal álbum, más bien al contrario. Lo que pasa es que pese a la mayor solidez instrumental de su propuesta, el álbum carece de un tema con una arrebatadora melodía de enganche como la que por ejemplo sí le otorgaba “El Problemático Winston Smith” o “Nueve” (el tema). Para mi la que más se aproxima a ese hit incontestable que popularice su música es “Ültima noche en la tierra”, pero no alcanza los niveles de la nombradas con anterioridad. Pese a ello, la música de Rufus T. Firefly continua siendo la que mejor representa en nuestro país ese eslabón perdido entre el matemático y sintético sonido de grupos como Alt-J, con el más orgánico y progresivo de bandas de la riqueza instrumental de los Porcupine Tree de Steven Wilson.
Solo hay que escuchar el golpeteo abierto y con cuerpo de la batería en un tema tan potente y roquero como “Rio Wolf” -otro de los puntos álgidos del disco- para darse cuenta que la propuesta de los Rufus es tan única como consistente, y que la fórmula que encontraron a la hora de entender y tratar el sonido Víctor Cabezuelo (guitarra y cantante) con el productor Manuel Cabezalí, es una de las asociaciones más ricas y prósperas en lo artístico que se ha producido en nuestra escena en la última década. Una unión que ha dado un salto cualitativo en este disco porque sin duda es el mejor grabado y el más consistente de los que han hecho hasta la fecha.
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