Wild Cotton Glow

Rüdiger, cuya carrera como tal quiero pensar no necesita ya presentación gracias a sus dos sobresalientes álbumes, "Before it's vanished" (2020) y "The Dancing king" (2023), continúa ahora con este EP de seis temas, "Wild Cotton Glow", sin referirse a ninguno de sus títulos en concreto. En realidad son canciones que no llegó a grabar en las sesiones de su segundo álbum, pero que lleva un par de años tocando en directo, y que en efecto, exponen una mayor energía y nervio que sus registros habituales. También se distinguen por haber sido ejecutados por toda la banda al unísono en una misma sala de grabación.

La mitad del disco se compone de tres versiones que hacen por puro placer. "If you get to feel", que ya apareció en una sesión en directo grabada para la televisión francesa, pertenece al disco del bilbaíno Unai Madariaga de 2021, paso previo a formar EZEZEZ. Todo un detalle que Rüdiger elija a un músico local para retomar una canción de tonos suaves y onírica psicodelia, que le va como anillo al dedo a su repertorio, si bien la parte central y el desarrollo final con la guitarra de Joseba Irazoki camina libre. También "Too many birds", la inmensa canción de Bill Callahan con esa persuasiva repetición de estrofas iniciales, adquiere en su adaptación primero una especial dulzura, y después un desenlace desasosegante, de nuevo con el lucimiento de Irazoki. Antes "Lose the baby" de los australes Lost Animal, vía Tropical Fuck Storm, sustituye la rabia contenida (y abrasiva) de Gareth Liddiard por un lirismo firme, elementos electrónicos y los teclados de Vincent Bestaven a punto de fractura, más el bajo y la guitarra y bajo de Théo de Lysistrata.

"Wild Cotton Glow" comienza con uno de los temas propios. Un "Downtown" que no se entiende no formara parte del álbum. Poderosa, concisa y con un punteo luminoso de Irazoki, se convierte en un potencial hit, en especial para los directos. "Help yourself" es otra muestra del caudal eléctrico y vigoroso del ep, con Rüdiger pletórico de voz y fuerza. Por último, "How low she goes" cierra el disco en clave acústica y ese deje lisérgico tan característico de su autor.