The Dancing King
DiscosRüdiger

The Dancing King

9 / 10
Javier Corral “Jerry” — 06-12-2023
Empresa — Forbidden Colours / Usopop
Género — Pop

Se acercaban las Navidades pandémicas de 2020 cuando conocimos de primera mano el debut de Rüdiger “Before It’s Vanished”, nueva piel de Felix Buff, batería de Willis Drummond. A priori un sorprendente cambio musical, pero no tanto si se conocía sus otros trabajos paralelos con Petit Fantôme o Dual Split, que ya dejaban entrever que el joven músico de Iparralde, residente en Bera, sumaba otras aristas e inquietudes. Pero lo verdaderamente relevante era la propia relevancia de lo grabado, su indudable altísimo nivel y el grado de expandir sonidos y texturas, de explorar nuevos territorios dentro del amplio abanico del formato de la canción y los vericuetos de la psicodelia con una atmósfera particular.

Tres años después de aquella revelación, Rüdiger continúa lo empezado con un segundo álbum que le vuelve a situar muy por encima de la media, de cualquier media. "The dancing king" es tan excelente como aquel, tan etéreo y tan rotundo, tan lisérgico y tan atrevido. Si no, más. Parte de una concepción arraigada en el rock de conjugar melodías sencillas con sonidos en expansión de lo psicodélico al uso inteligente y sobrio de la electrónica y sus infinitas posibilidades, lo cual emite una correspondencia artística con su tiempo, y también con la historia y la vanguardia.

Iniciar el largo con "Memories" es zambullirse en esa técnica mixta que acopla incorformismo social con un alegato sobre el drama humano de un migrante africano, dentro de interludios electrónicos, sonidos de reloj mediante sintetizador, pasajes líricos, ruidos invertidos de piano o punteos implorantes. Y de ahí hasta la última pieza, la bucólica y apacible "Till you're gone", el disco no dejará de cautivar sin caer nunca en el pecado de la evidencia. Si hubiese que buscar un común denominador podría hallarse tal vez en cómo las canciones se despiertan tranquilas, con guitarra acústica o piano, hasta poco a poco avivarse en bellos crescendos, como en la sombría "Spot on" y su remate sinfónico y evocador, o el lirismo desnudo de "Where I belong" que deriva en un dialogo de guitarra contundente y voz sedosa con latido onírico.

Y es en su ecuador y segunda parte donde el álbum tal vez alcance sus mayores cotas de indagación con el clarinete y el contrabajo jazzístico de "Once I was away" y sus sintetizadores misteriosos de fondo, la deriva electrónica y lisérgica que alcanza los siete minutos de "The receiver", en lo que comienza como una reposada bossa nova, ese diálogo musical imposible a tres bandas entre Charles Mingus, Luke Abbot y Radiohead (en sus propias palabras) del levitante tema titular, o el cruce entre Low y Beatles de "Savage days".

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