Las muestras de amor digitalmente públicas siempre corren el riesgo de ser cringe. Por eso nos frenamos, somos discretos, mejor de puertas para dentro. Un story con zoom de la mano de alguien, un robado de la persona en cuestión sin decir mucho, o una foto tan de padres-de-excursión que trascienda lo romántico y llegue a lo cotidiano. Hacerte un video con tu pareja a escasos milímetros de la boca del otro es algo que te hace dudar entre quiero lo que ellos tienen o tremendo escalofrío. Pero ya lo dijo Rosalía, “hay que abrazar el cringe, siempre con el cringe”. Si vas a hacer público tu compromiso, ¡que te casas!, que el mundo hable de ello. Así que, firmado por la pareja del momento, Rosalía y Rauw Alejandro, llega por fin su primer trabajo de estudio conjunto.
Tres años, tres canciones. “Beso”, “Vampiros” y “Promesa”. En este EP, Rosalía y su pareja hacen equipo para, cómo no, hablarnos de amor entre dos temas rompepistas y su particular bolero. A nivel sonoro, se acercan a una extensión del universo de “Motomami”, sin olvidar el carácter comercial de Rauw Alejandro. Una producción afilada donde nunca hay un sonido de más. “Besos” hace precisamente eso en una balada reggeatón. La base rítmica se contrapone a las melodías dulces que crean entrelazando sus voces. “Lo mejor que tengo es el amor que me das”. Nos relata esos primeros momentos, el no querer, ni poder separarte. Puedes sentir esa canción en la misma cama donde Rosalía vivía “Hentai”.
En “Vampiros” se consolida la relación. No hay juegos, son ellos contra el mundo. Este tema es sus fotos de paparazzi a la salida del Apolo hechas canción. Reimaginar “Only Lovers Left Alive”. No hay nada como salir de fiesta con el chico que te gusta, saber que esa noche estáis para el otro. Un reggaetón más oscuro, con bajos marcados y lo que parecen unas notas de Arcade, pero sin salirse del neo-minimalismo de la catalana. Remate industrial, tiros y pistolas. Y como a toda buena noche, le sigue una mañana tranquila. “Promesa” es un domingo lento hecho bolero. Envolvente, tranquilo, con el giro característico de la producción de la catalana. Se trata, efectivamente, de la promesa de un amor que no puede acabar. La pasión deja espacio a la ternura y al ritmo de las pequeñas cosas (“tirarnos desnudo’ en el agua y luego dormir en la playa”), las que son para siempre, las que no se olvidan.
“RR” no trata de partir el género, o de convertirse en un disco referencial, sino que únicamente busca ser una carta de amor entre Rosalía y Rauw. Una celebración de su historia haciendo lo mejor que saben hacer. Al final, el amor feliz sí que tenía historia.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.