Hace cosa de un mes, en estas mismas páginas y a propósito de la entrevista que le hice a Antonio Luque, escribí que en “Ronroneando” destacaba una canción por encima de las demás, “El Gran Poder”.
Decía que era, seguramente, la canción definitiva de Sr. Chinarro y un motivo de peso para hacerse con este disco. Vale, pues me arrepiento. “El Gran Poder” es una maravilla, una balada de amor triste y desoladora, quizá la más triste que ha escrito nunca. Pero después de casi un mes de escucha obsesiva de la nueva obra maestra de Sr. Chinarro, he (re)descubierto otra genialidad, “Los Ángeles”, la que abre el disco; una sobrecogedora canción de pop perfecto en la que se narra la inesperada visita de un fantasma, el espectro de una mujer amada hace años y que, de nuevo, justifica todo un disco. Y vaya disco. Con una banda en estado de gracia, producido por un inspiradísimo Jordi Gil (vaya guitarrista) y con Antonio Luque cantando mejor que nunca, “Ronroneando” es una obra agridulce sobre la soledad de un hombre (esa portada), sobre los amores que deja atrás y los que, quizá, algún día aparezcan; suena profundo, oscuro y misterioso (“Los Ángeles”, “A mano”), triste (“El Gran Poder”, “San Antonio”), apasionado (“Los amores reñidos”, “La resistencia”) íntimo (“La parra marchita”, “El alfabeto Morse”) e incluso divertido (“Tímidos”, “El teórico”). ¿El mejor disco de Sr. Chinarro? Ni lo duden.
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