El nuevo pop está dejando algunos de los mejores trabajos de los últimos meses y Rojuu se ha colocado en lo más alto de la escena con “Kor Kor Lake”, su nuevo álbum, su mejor álbum y una demostración de talento sin limitaciones.
No exagero. Rojuu lleva apuntando maneras desde que con quince años empezó a mostrarle su música al mundo, pero el salto de calidad que supone este trabajo respecto a sus anteriores proyectos es asombroso. Es un poco absurdo hablar de madurez creativa con un artista que ronda los veinte años pero, desde luego, sí podemos decir que Rojuu ha alcanzado su peak creativo hasta el momento.
“Kor Kor Lake” es un abrazo de Rojuu al sonido indie pero no se deja llevar por él. Al contrario, lo actualiza como pocos y le imprime su sentido estético y su personalidad que, al mismo tiempo, es la manifestación musical más certera de su generación. Me explico: Rojuu concentra en sí mismo y en sus canciones el sentimiento del que escriben todos las secciones de cultura de los medios de comunicación y del que se habla en podcasts y en programas de Internet que apelan a la generación de nacidos en el siglo XXI sin llegar a entender nada. La melancolía, cierta tristeza y el descreimiento asimilados como forma de vida y el desprecio por el mundo adulto son habituales siempre entre los teenagers, pero los músicos incipientes suelen romper con la dinámica y apostar por crecer de golpe en su música. Rojuu no. En “Adultos Down Bad” canta “los adultos se enfadan si les humillas”, por ejemplo, algo impensable en cualquier mundo previo a este en el que vivimos en el que crecer parece prohibido.
Además, la influencia de la estética asiática y del anime y el manga, con la que Rojuu –que siempre ha tenido un aura de genio precoz– lleva creando su universo desde el principio está más vigente y de moda que nunca.
“Kor Kor Lake” es la hibridación de dos generaciones. Un juego de contrastes exitoso que también lo es de estilos: de la electrónica dosmilera al indie, pasando por algunos toques del urbano que cada vez aparece más como detalle que como base en la música de Rojuu –para bien–, todo ello unido armónicamente y con buen gusto. Nada que ver con los experimentos de sus trabajos anteriores: Rojuu ha dado en el clavo como también lo ha dado Sonido Muchacho fichándole para su sello, un movimiento que visto lo visto, parece un win-win para ambas partes y que ha ligado este trabajo a productores como Harto que se suman a los habituales colaboradores del catalán.
La primera mitad del álbum utiliza ese sonido indie pop del que hablamos previamente con éxito gracias a canciones verdaderamente buenas como “Nezuko” o “Nada me levanta”. La segunda es un juego en el que Rojuu se mueve como quiere y que se cierra con dos lujazos para la galería –de arte– “100xpre te querré” y “Post Velada”.
Lo más importante de este “Kor Kor Lake”, además de su profundísimo sentido estético respaldado por un talento en la composición y en la escritura (todos los temas están escritos por él), es que reivindica a Rojuu como un artista de verdad, capaz de asimilar lo que es y lo que el mundo le parece para transformarlo y moldearlo como si fuera plastilina. A su antojo.
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