Con este disco Rodrigo Cuevas nos recuerda una cosa: nos hemos olvidado de lo imprescindible. Por ejemplo, sentarnos a tomar un café y unas pastas sin necesidad de mirar el reloj o el maldito teléfono móvil. O bien pasar a saludar a aquella señora que un día nos dio un consejo sabio, un buen abrazo cuando más lo necesitamos. Y de paso explorar el pasado (sin olvidar el presente y el futuro), la tradición, los cantes antiguos.
Con una mochila con cuatro cosas y diez días por delante en que las prisas no tomaron partido, Rodrigo Cuevas y Raül Refree viajaron al norte del que procede Cuevas, concretamente a Asturias y a Galicia. Porque para escribir o cantar sobre algo, primero hay que vivirlo, amasarlo, conocer los secretos de una geografía con muchos puntos, algunos comunes y otros no tanto.
Con la filosofía de Los Hermanos Cubero y la actitud excéntrica de Niño de Elche, el dúo cuaja una gran coalición. A Rodrigo le sienta bien la capacidad de Refree para llevar a su terreno cualquier proyecto, y al consagrado productor le conviene un personaje al que no le importa ni el qué dirán ni las consecuencias de sus actos.
“Manual de cortejo” no es un disco fácil, y menos aún, de una sola escucha o de un random que lo convertirá en algo casi incomprensible. Se entiende mejor como pieza compacta, como unidad ajena al escrúpulo. Que los sonidos tradicionales mezclen con la electrónica, que en sus versos se hable de libertad, de WhatsApp o del vivo de las castañuelas, se fragua en el encanto de “Ronda de robledo de Sanabria”, en la recuperación coplera de “El día que nací yo”, el caos de “Xiringüelu”, la emoción de “Rambalín” (con coro minero) incluso el spoken-word de “A galán tiene que ser el baile” o el rito mágico de “Muñeira para a filla da bruixa”. Y para acabar, homenaje a Angelita Caneiro, conocedora de una tradición musical al filo del olvido y que, gracias a Rodrigo Cuevas, revive resplandeciente, en su voz y en su imaginación.
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