Rise Above

Dave Longstrenth quería hacer un álbum netamente neoyorquino: “austero, angular y obsesionado con la autenticidad”.

Sin estar plenamente seguros de que lo haya conseguido, podemos sin duda afirmar que este “Rise Above” es uno de los trabajos más inclasificables, desconcertantes y libérrimos de la temporada. El neoyorquino retuerce y desfigura diez de los quince temas que integraban el “Damaged” (81) de Black Flag hasta dejarlos casi irreconocibles. Y donde allí había urgencia, guitarras abrasivas y verdades escupidas a voz en grito, aquí hay algo completamente nuevo: temas que van alimentándose a sí mismos con estructuras imprevisibles, cadencias africanas y hasta caribeñas, angelicales coros femeninos y una voz en falsete a la que la crítica ya no sabe con quién emparentar (¿r’n’b? ¿pop del África occidental?). Violines, flautas, cellos y violas exuberantemente unidos en un ejercicio de libre expresión en el que la materia prima escogida es sólo una excusa para tramar un palpitante tratado de pop caleidoscópico que va más allá de todos los postismos que uno pueda imaginarse. Otra cosa sería ya dilucidar si, en tal maniobra de traslación de mismo temario a más de dos décadas en el tiempo, el disco está a la altura de lo que algunos le presuponen (actualizar el turbio mensaje original del disco de Black Flag a los tiempos confusos que corren) o simplemente se queda en una deliciosa travesura, más o menos subversiva. Lo que tampoco sería moco de pavo.