Agenda oculta
DiscosRiot Propaganda

Agenda oculta

7 / 10
Alan Queipo — 13-03-2017
Empresa — Boa
Género — Hardcore

¿“Riot” o “Propaganda”? Esa es la cuestión. O la cuestión que se plantearía Shakespeare si se pusiera los cascos a escuchar el segundo disco de Riot Propaganda, ese supergrupo que consiguió unir por primera vez en un disco (y varias giras) el sonido hardcore-punk reivindicativo de los madrileños Habeas Corpus y el rap político, ácido y sulfúrico de los valencianos Los Chikos del Maíz. Y es que aunque cuatro años no parezcan demasiados, sí lo son a la hora de poner en situación un proyecto tan claramente reivindicativo, explícito, comprometido, combativo y activista como ellos y un nuevo cancionero plagado de proclamas y consignas políticas.

En 2013 el fuego encendido de las marchas del 15-M y aquel primer movimiento de Democracia Real Ya parecía comenzar a diluirse y, entre medio de todo, un grupo como Riot Propaganda surgía de las cenizas con mensajes como “El miedo va a cambiar de bando” y un claro objetivo movilizador que, pocos meses después, encontraría herramienta institucional en un Podemos que se colaría primero en el Parlamento Europeo, luego en los ayuntamientos y más tarde en el Congreso, apropiándose incluso de frases de Riot Propaganda en los mítines de Pablo Iglesias, declarado fan de Los Chikos del Maíz y amigo personal del Nega, que en estos últimos años ha mutado su figura de rapero comprometido con los movimientos sociales a ser una de las primeras voces consultadas por medios de izquierda para analizar las relaciones entre arte, política y compromiso.

Por eso esta “Agenda oculta” (BOA, 2017) quizá llegue a certificar que esa innata relación entre el argumentario de Podemos y el discurso de Riot Propaganda aproveche sus sinergias. ¿Quién es más instrumento político de quién? ¿Quién llegó antes? ¿Qué discurso consigue penetrar con más solvencia en el público? ¿Es necesario un grupo que proclame las consignas políticas de uno de los partidos políticos más importantes? ¿Hasta qué punto el discurso partidista puede ser revolucionario o contrarrevolucionario? ¿Quién dialoga mejor con las masas: Toni y Nega o Pablo e Íñigo?

Lo cierto es que el álbum recopila siete nuevas canciones (y una introducción) que mantienen las señas de identidad sonora: descarga de rap-hardcore. Prácticamente lo mismo que hace cuatro años, pero con un contexto completamente diferente: la banda sigue sonando a una versión estatal de Rage Against the Machine (aunque más rapeada), o a una evolución del sonido de bandas como Narco o aquellas “Stop Censura” abanderada por Boikot (junto a una buena tunda de artistas del punk y el rap) o “Política del miedo” que unió a Soziedad Alkohólika y Violadores del Verso hace casi diez años; pero poniendo nombres propios sobre la mesa, sin olvidarse de los conocidos de siempre (Aznar, Bush, Felipe González, los esquiroles…), “nuevos” enemigos (Pedro Sánchez, Bertín Osborne, Susana Díaz, Albert Rivera, Inés Arrimadas, Jorge Cremades, Torbe, Pérez Reverte, PRISA, los medios de comunicación… ¡y hasta Tsipras!), “nuevos” hitos que ensalzar (Manuela Carmena, Ada Colau, la PAH, Alfon, Patricia Heras, Diego Cañamero…), colocando algunas frases por las que los censores de la Ley Mordaza se estarán frotando las manos (“siente la sensación de equiparar las fuerzas: la libertad que genera una lluvia de piedras”) y, sobre todo, poniendo sobre la mesa fraseos comunes entre los mítines de Podemos y las canciones de Riot Propaganda: “somos una fábrica de amor”, “son criminales en consejos de administración”, “construiremos nuevas realidades” y hasta ese guiño en el que sacuden orgullosos un leve “El Coletas me copia letras para mítines”. Solo queda saber si en el próximo disco también le caerá alguna colleja a Íñigo Errejón.

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