Nadie ha escrito nunca las reglas sobre cómo debe ser un disco, pero si en algo estaremos todos de acuerdo es que uno de sus componentes suele ser la novedad. Bien, está claro que todos, menos Paula Ribó. No es que no haya nada nuevo en “La Emperatriz”, pues encontramos en él cuatro canciones inéditas hasta la fecha, pero teniendo en cuenta que el álbum está formado por doce temas, es incuestionable que nos encontramos frente a un trabajo poco usual.
“La Emperatriz” resulta ser, pues, una recopilación de recuerdos más que una ofrenda musical. Recuerdos, porque algunas de sus canciones son ya historia de este país. Desde “In Spain We Call It Soledad”, himno pandémico, hasta “Ay Mamá”, la apuesta más exitosa del retorno del Benidorm Fest, o “Así bailaba”, la colaboración con Amaia que reformuló una vieja canción de Los Payasos de la Tele. Antes de existir, “La Emperatriz” ya era leyenda, ya había marcado la música pop española contemporánea.
Este paradójicamente nuevo disco de Rigoberta Bandini no se caracteriza por la novedad, ni tampoco por el olor a principio que suelen desprender todos los discos. De hecho, se trata más de un final de etapa, como la misma artista ha explicado, ya que va a tomarse un tiempo tras cerrar esta extraña gira de presentación del disco celebrada mucho antes de que este se estrenara.
Como no podía ser de otra manera debido a estas peculiaridades, se trata de un disco muy compacto y coherente, sin grandes contrastes en cuanto a sonido y temáticas, tampoco en temas nuevos como las celebradas “Canciones de amor a ti” y “La Emperatriz”, que le da nombre y cierre. Es una gran oda al amor: por la música, por la familia, por la feminidad e incluso por la fe. “La Emperatriz” nos invita a formar parte de la catarsis compositiva de Ribó pero también a vivir la nuestra. Individualmente escuchándola en casa y, sobre todo, colectivamente disfrutándola en directo.
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