Weather Diaries

Eclipsados en su día por el tsunami del britpop, los discos de My Bloody Valentine, Slowdive o Ride son ahora reivindicados como tótem del sonido shoegaze, obras de culto que acreditan de sobra el regreso de sus protagonistas y su presencia en festivales y giras mundiales. Precisamente fue la gira de Ride de 2014 la que hizo rebrotar en el grupo las ganas de volver a escribir canciones juntos. “Hay una fuerte química que siempre ha estado ahí”, explicó Mark Gardener.

“Weather Diaries” es el primer disco del grupo en 21 años, desde aquel “Tarántula” (1996) compuesto casi en exclusiva por Andy Bell, con la banda en estado de descomposición y fuertes diferencias musicales entre Bell y Gardener. Para este regreso, han contado con la producción del eminente productor y DJ Erol Alkan, lo que quizá ha influido en la abundancia de sintetizadores e incluso vocoder (“All I want”). De hecho, el álbum se mueve más en las coordenadas del rock contemporáneo que en la ortodoxia shoegaze, como muestra la inicial (y poderosa) “Lannoy point”, con esa introducción in crescendo. “Charm assault”, escrita como respuesta al Brexit, captura en su urgencia el enfado del grupo con la actual situación política británica. Sin embargo, la vacuidad se va apoderando de las siguientes canciones, y sólo tras la pesada intro de “Rocket Silver Symphony” vuelve el vigor melódico del grupo. El corte, con la voz del batería Loz Colbert, termina siendo un intrincado puzzle lleno de recovecos melódicos. “Lateral Alice” y “Cali” son probablemente las dos mejores canciones del lote, la segunda con un fantástico riff de guitarra que nos envuelve durante más de seis minutos. Sin embargo, la insustancialidad vuelve al final del álbum, con la anodina “Integration tape” y la insulsa balada “Impermanence”.

Queda la sensación de que el esfuerzo no ha estado mal, pero parece insuficiente para los autores de canciones tan fantásticas como “Vapour trail” o “Like a daydream”.