Interplay
DiscosRide

Interplay

8 / 10
Raúl Julián — 31-03-2024
Empresa — Wichita
Género — Indie pop

“Interplay” (24) es ya el tercer álbum dentro de la segunda etapa artística de Ride, tras un par de trabajos previos más que aceptables como fueron “Weather Diaries (Wichita, 17) y This Is Not A Safe Place (Wichita, 19). Un retorno materializado en 2017 y que bien podría proyectar en este lanzamiento su mejor versión, todavía alejada de los tiempos gloriosos marcados por “Nowhere” (Sire, 90) y “Going Blank Again” (Sire, 92), pero generosamente apetecible dentro de los páramos que ahora transitan Mark Gardener y compañía.

Porque el shoegaze obsesivo y hermético de antaño –del que Ride fueron uno de los grupos santo y seña en los noventa– pasa a un segundo plano y se sitúa como un elemento más de la ecuación. Una fórmula que en la presente entrega apunta al indie-pop de quilates y elaborado a conciencia, conformando un trabajo que deja entrever la personalidad primigenia de los de Oxford pero que, madurada con el paso del tiempo, apuesta por dosis adicionales de luz. Y, en definitiva, por ese aspecto más pop y accesible de las canciones que resulta del todo determinante en el talante del elepé.

Lo que podría haber sido un error de cálculo se torna aderezo favorecedor, amparado por una inspirada secuencia de temas que, en todo caso, tiende a insinuar la pura esencia del grupo y ribetea las doce composiciones con la seguridad de los veteranos. Una referencia con mayoría de piezas destacadas entre las que brillan con luz propia “Last Night I Went Somewhere To Dream”, los singles “Monaco” y “Peace Sign” remitiendo a Electronic, “Last Frontier”, los siete ensoñadores minutos de “Essaouria”, “Light On A Quiet Room”, “Stay Free” o la esplendorosa “Portland Rocks”.

“Interplay” es un disco ambicioso, con canciones tan extensas como contagiosas que se desarrollan al ritmo que marca el combo amparadas por un sonido intachable. Un más que recomendable disco de Ride, que presenta al cuartero completado por Loz Colbert, Steve Queralt,y el ex Oasis Andy Bell en un momento de madurez asentada que le sienta francamente bien. Un álbum que, por momentos, parece lucir como propia celebración de esa posición bien asumida, sin concesiones y liberada de cualquier obligación o expectativa adicional.

 

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