These People

Lo prologando de su silencio sin duda ha influido en la motivación de una curiosidad algo morbosa ante el retorno discográfico de Richard Ashcroft. Un interés que radica, sobre todo, en comprobar el estado de forma del que fuese pieza destacada dentro de la escena británica de los noventa.

El vocalista debutó al margen de The Verve con un disco acertado y de gran éxito como fue “Alone With Everybody” (Virgin, 00), para a continuación perder pegada con “Human Conditions” (Virgin, 02) y “Keys To The World” (Parlophone, 06). Una decadencia creativa que tuvo su momento más amargo en aquel proyecto bautizado como RPA & The United Nations Of Sound, con el que obtuvo una lógica indiferencia como respuesta generalizada. Entre medias vio la luz “Forth” (Megaforce, 08), epílogo de The Vervee (la banda desaparecería definitivamente tras su publicación y posterior gira) en el que la formación consiguió dejar algún férreo destello de inspiración.

Así, seis años después de aquel despropósito titulado “United Nations Of Sound” (Razor & Tie, 10) y ante la vuelta del artista, se entremezclan esperanza, sorpresa, nostalgia y escepticismo a partes iguales. La resolución se sitúa finalmente en algún punto intermedio entre la aceptación y la decepción, alternando el elepé virtudes intuidas con disfunciones evidentes. Quizá haya sido precisamente el ímpetu del autor a la hora de certificar un regreso mayúsculo lo que ha terminado jugando en su contra, con el inglés presentando un álbum demasiado tendente hacia una grandilocuencia del todo indisimulada. Ashcroft siempre ha sido poseedor de un don para conseguir melodías contagiosas y directas, entre nostálgicas y desafiantes, en una habilidad que mantiene en el presente lanzamiento y sitúa el error (de manera evidente) en el acabado de las composiciones.

“These People” (Cooking Vinyl, 16) sigue una línea más o menos lógica con respecto a las mencionadas primeras entregas del músico en solitario, y alberga cortes notables como “Black Lines”, “This Is How It Feels”, “They Don’t Own Me” o la propia “These People”, pero con demasiada frecuencia desvaría apostando por adornos ampulosos y una épica plástica que recuerda a los peores Coldplay. Queda por tanto la incómoda sensación de que Ashcroft lo tenía (al menos puntualmente), y que ésta podría sido a ser una obra bastante más realista, sentida e implicante. Lo hubiese logrado de manera natural, simplificando el aspecto y otorgando mayor protagonismo a la misma esencia de las canciones en lugar de prestar tanta atención al envoltorio.