Los Bis actuales suenan demasiado estándar, diría más, tan estándar que sus nuevas canciones podrían haberse incluido en el peor de los discos de Kylie Minogue. Aunque no les enterremos antes de tiempo. Algunas canciones siguen funcionando (y no incluyo esa relectura oculta de Joy División), los estribillos captan nuestra atención, pero han perdido esa inmediatez y ese –repito- desparpajo que hasta la fecha era elemento fundamental de su valor. Eso sí, el disco se escucha con una facilidad tan sorprendente como de costumbre, pero –y este es el pero que más cuenta- se olvida casi a la misma velocidad. Tienen discos mejores. Casi todos, vamos.
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