Cuando pensábamos que poco más nos podía ofrecer 2017, Charlotte Gainsbourg saltó a escena a finales de noviembre con Rest, un disco que inmediatamente se coló entre los mejores del ya pasado año y es, sin duda, el mejor de su carrera.
Si bien es cierto que ese potente e indiscutible single que es Deadly Valentine, publicado semanas antes del LP, nos pudo hacer presagiar que algo bueno se avecinada, pocos podían esperarse que el quinto trabajo de la mitad francesa mitad inglesa iba a alcanzar tal magnitud. El ser presentada al mundo como la hija de Jane Birkin y el genial y polémico Serge Gainsbourg siempre ha hecho que cada lanzamiento suyo genere una expectación que Charlotte nunca lograba satisfacer debido a unos trabajos pasables a los que se les achacaba principalemnte la carencia de algo que a sus padres les sobraba: personalidad. Sus antiguas referencias estaban inundadas de colaboraciones y composiciones de otros, como Jarvis Cocker, Beck o el propio Serge. Una irregular carrera musical que había provocado que en los últimos tiempos se la ligara más por su faceta como actriz, sobretodo tras trabajar a las órdenes de Lars Von Trier en la controvertida Nymphomaniac. Pero como si de un golpe en la mesa se tratase, Rest echa por tierra cualquier idea concebida hasta el momento sobre su producción musical. Por primera vez, Gainsbourg puede presumir de obra personal, no solo porque ella misma ha escrito y compuesto casi la totalidad de las canciones, sino porque a cada una de ellas las ha dotado de una lírica donde se abre emocionalmente en canal.
Siguiendo con esa certera máxima que dice “donde duele inspira”, Gainsbourg entró al estudio el pasado 2015 impulsada por la necesidad de expresar todo el dolor que sufrió tras el suicidio de su hermana Kate Berry (hija de Jane Birkin y del compositor John Barry) dos años antes. Es por ello que la pérdida está presente en el álbum, desde el título (Descanso en español), pasando por la portada (una foto en blanco y negro de la propia Charlotte reconstruida tras haber sido despedaza tiempo atrás) y, por supuesto, en las letras. En canciones como Kate o Lying With You explora este sentimiento de pena y miedo que incluso llega a enfocarlo en su relación con sus hijos, tal y como refleja Dans Vos Airs, un tema cuya melodía y tono de voz evoca esa nostalgia propia de la chanson francesa, trayéndonos a la mente esa Francia cuyas listas estaban dominadas por artistas como Françoise Hardy o France Gall.
Pero no solo en las letras encontramos la grandeza de este trabajo, pues el sonido y la producción resultan exquisitos cuanto menos. La culpa de ello lo tiene SebastiAn (Kavinsky, Frank Ocean), quien, a los mandos del estudio, ha conseguido dotar a Rest de una elegante ambientación electrónica que está presente en temas como Ring-A-Ring O’Roses, Lying With You o la ya mencionada Deadly Valentine. De hecho, una mitad de Daft Punk (Guy-Manuel de Homem-Christo) hace acto de presencia colaborando en la bella canción que da título al álbum. Y no es la única colaboración, Paul McCartney cede el que es el único tema del álbum que no está escrito por Gainsbourg, Songbird In A Cage. La cantante tiene incluso la osadía de resucitar a la torturada Sylvia Plath recitando alguno de sus versos en Sylvia Says, canción que, contrario a la imagen que transmite la escritora, tiene un halo de esperanza e incluso invita al baile, de la misma manera que lo hace Les Oxalis (tema que, por cierto, esconde un conmovedor y precioso final que nos dibuja una sonrisa tonta en el rostro).
Rest supone el que hasta ahora es el mejor trabajo de Charlotte Gainsbourg. Una reivindicación. Un golpe en la mesa. Un homenaje a la canción francesa pero también una renovación de esta. Una obra de pérdida, dolor pero también de esperanza y amor. Rest es, en definitiva, un álbum soberbio.
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