Resituación

Nada es obvio en el universo Vegas. Nada se muestra de forma simple o directa y, precisamente por ello, su canción no puede ser tildada de protesta, por mucho que algunos hayan desempolvado el término a la hora de hablar de su nuevo disco. Aquí no hay protesta o al menos no la hay es su sentido más clásico. Aquí lo que hay es ese sacar a relucir un muestrario de miserias humanas de forma realista, con el habitual certero costumbrismo al que ha ido derivando el autor, al ampliar con el tiempo su radio de acción del yo individual a la comunidad en la que todos nos hayamos inmersos.

Una colección de actores pocos memorables –gran tema- que huyen de cualquier implicación para cambiar absolutamente nada, porque nada merece el sacrificio de ser cambiado. Gente gris y triste que acaban por formar una comunidad igual de gris y triste, simbolizada en el disco por un Gijón que acaba erigiéndose en otro de los protagonistas al que cabe sumar el horror y la muerte. Gente que se arroja por el balcón o salta a las vías del tren, cabezas por pisotear, abuso policial y la certeza de que un día usted morirá –otra de las piezas claves del disco—.

En lo que respecta al envoltorio musical, me da la sensación de que la principal novedad reside en que este álbum se ha construido más que nunca en base al mensaje de las canciones. Por eso no extraña la vitalidad trotona como contrapunto a un tema como “Un día usted morirá”; ese aire de minué de “Libertariana Song”; el ambiente a canción tradicional norteña de “Runrún”; los tremendos coros de “Polvorado”… etc. No te vas a encontrar la exhuberancia instrumental de “La Zona Sucia", o la tensión dramática de “El Manifiesto desastre”, pero sí la misma variedad de registros, y eso provoca que el álbum entre con facilidad melódica y que las canciones perduren en tu cabeza gracias a una simpleza en los arreglos que envían la voz de Nacho a un primer plano muy expuesto y protagonista.