En una entrevista concedida a esta misma revista cuando visitaron nuestro país hace la friolera de cinco años, los hermanos McDonald ya nos prometían disco, y no solamente eso, también interpretaron algún tema nuevo como ese power-pop de estribillo chicletero llamado “Stay Away From Downtown” que al final ha acabado incluida en este álbum de regreso tras diecisiete años de silencio discográfico. Vaya, que nadie puede negar que se lo han tomado con mucha calma a la hora de entregarnos estas diez canciones que, si bien son fieles al espíritu de la banda y mantienen muy bien el tipo, resultan insuficientes para insuflar nuevas energías a su cancionero. Y eso que el disco empieza con la esperanzadora canción que le da título, que está entre lo mejorcito del álbum. Un riff cortante, vacilón y duro en la línea de por ejemplo unos RFTC que desemboca en un estribillo machacón que promete muchos quilates, los mismos que “Uglier”, en la que el batería Roy McDonald da rienda suelta a sus baquetas. Para mí, estas dos canciones, junto a ese clásico power pop con el inconfundible sello de la banda que es “Choose To Play”, suponen los mejores momentos de un disco al que personalmente le hubiera ahorrado alguna de las canciones pop más dulzonas (“Dracula’s Daughter”, “Winter Blues” o incluso la más zigzagueante “One Of The Good Ones”). En la faceta más dura del disco le pegan un buen repaso a, por ejemplo, el fallido retorno de Urge Overkill. Sin embargo en el aspecto más chicletero no pueden competir con el acierto melódico de unos Fountains Of Wayne. Si no tardan tantos años en publicar nuevo material y optan del todo por el sendero más duro, lo clavan.
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