Desde su formación en 1999, la banda de Tokio se ha convertido en uno de los puntales aquello que, para bien y para mal, se bautizó como post-rock, en su versión canónica: Largos desarrollos instrumentales, atmósferas evocadoras, tormentas de electricidad alternadas con pasajes de quietud delicada, ensimismamiento triste o melancólico, vocación por contar historias sin palabras, bucles de gran belleza. En su caso, la utilización de orquestaciones añadió un toque de sofisticación que les confirió un rasgo distintivo, que se unía a influencias del shoegaze.
En las coordenadas de los canadienses Godspeed You! Black Emperor o los primeros Explosions In The Sky, los japoneses se han ganado un prestigio sólido entre audiencias de todos el mundo, con una colección de discos que quizá habían perdido fuelle en los últimos años. Sin restarles méritos, corrían el riesgo de quedar atrapados en su propio género.
En su noveno disco, doble aunque compuesto sólo por cinco temas, recuperan constantes que remiten a sus mejores momentos. No es casual que vuelvan a grabar en chicago con Steve Albini, a quien el cuarteto confió lo mejor de su sonido crudo y dinámico en discos tan bellos como “Hymn To The Inmortal Wind”. Mono son una imponente fuerza en directo, y no hay nadie que capture esa esencia mejor que el ingeniero de sonido.
Y seguramente los bucles de “Death in Rebirth” o “Ely´s Heartbeat” estén muy trillados, pero la majestuosa intensidad que alcanzan, captada con maestría por Albini, deja sin aliento, así como el sencillo y precioso piano de “Stellar”, que equilibra excesos. “Requiem For Hell”, composición de casi 18 minutos que da título al disco y el centro del álbum, se encuentra entre lo más brutal y disonante que han hecho nunca, en los aledaños de unos Envy asilvestrados, sin gritos (ni falta que hacen). Muros de guitarras, ritmos demoledores, dinámicas extremas, belleza turbadora de un romanticismo gótico, tensión y calma. Ninguna novedad, más allá de algunos ritmos más contundentes. Pero “Requiem For Hell” nos devuelve las mejores cualidades de una banda que ha alcanzado el magisterio en su propio mundo.
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