Lo malo de la integridad es que siempre hay un momento en el que la traicionas. Al bueno de Dennis Lyxzen ya le cayeron palos por doquier cuando The (International) Noise Conspiracy pasaron de grupo radicalmente político a convertirse en una suerte de The Hives con vocación comercial. Aquello acabó con una parte de su carrera. Obviamente, la situación de Refused era todavía más complicada y cualquier movimiento en el filo de la navaja podría acabar cortándoles en dos por la mitad sin piedad ninguna. Lyxzen ha intentado calmar los desaires de aquellos que se indignaron con su vuelta a los escenarios cuando su discurso ideológico debería haberlo impedido, pero diría que no acabo de convencer a nadie. La sombra del mítico e indispensable “The Shape Of Punk To Come” es demasiado alargada, su influencia en generaciones posteriores fundamental, y todas las miradas andan buscando resquicios para gritarle al cielo eso de “Refused are fuckin’ dead” y desprestigiar incomprensiblemente a un grupo que nos marcó de por vida. Pero va a ser que no. Por lo menos no con mi silencio.
Es cierto que Refused no representan a día de hoy lo que nos gustaría (quizás eso no sea culpa suya, sino nuestra), es cierto que han traicionado parte de sus principios, es cierto que la magia y la rabia de sus inicios era sincera y espontánea y que los años que han pasado desde aquellos días suman demasiada carga en la mochila para que la banda sueca se comporte como lo hacía en unos días en los que aportaron mucho más aire fresco al hardcore de lo que jamás hubieran imaginado.
Pero lo que les decía, el tiempo pasa y “Freedom” no puede ser otra cosa que la que es. Y no se crean, que no me parece mal. Porque en realidad estamos antes un disco que han firmado unos tipos diecisiete años después de que pensásemos que eran dioses y que, pese a ello, cuenta con un buen puñado de temas que mantienen el listón bastante alto. Algunos siguen la línea que caracterizó a los suecos en lo que a tralla se refiere (me refiero sobre todo a “Elektra” y “Dawkins Christ”); unos pocos echan mano de la rítmica bailable que encajaron ya hace años en su sonido; otros buscan experimentar (“Useless Europeans”, un tema en el que además mantienen toda la vigencia de su mensaje), y algunas sencillamente suenan demasiado convencionales (“366”, “Servants Of Death” o “War On The Palaces”) para no restarle puntos al conjunto.
En resumidas cuentas, diría que el principal problema de “Freedom” es la grandeza del disco que le precedió y que las cosas han evolucionado demasiado en el mundo para que sus autores hayan llegado a este retorno con la virginidad y la espontaneidad que marcó sobre todo esas dos obras maestras en su género que fueron “Songs To Fan The Flames Of Discontent” y “The Shape Of Punk To Come”. Pese a ello, no vayan a menospreciarlo. “Freedom” contiene algunos minutos que no deberían dejar pasar si alguna vez les interesaron Refused.
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