La nueva entrega de unos clásicos de finales de los ochenta y de toda la década de los noventa como son Redd Kross resulta ampliamente satisfactoria por varios motivos. Primero estaría la constatación de que todavía existen grupos que, al margen de modas infumables que debemos tragarnos en base al (aparente) signo de los tiempos, siguen haciendo un rock clásico que siempre está vigente. Segundo porque el álbum confirma el regreso definitivo del grupo, tras aquel “Researching The Blues” (12) que rompía un silencio de quince años. Tercero porque, siguiendo la senda de ese trabajo, el presente álbum evidencia un nivel más que notable. Cuarto, porque en base al resultado final cabe interpretar que el grupo sigue disfrutando enormemente a la hora de hacer canciones, en un efecto que se contagia directamente al receptor a través de la escucha. Y quinto porque, siempre con la presencia de guitarras como atemporal denominador común, el combo apuesta por la falta de prejuicios y picotea hábilmente entre diferentes subgéneros.
“Beyond The Door” suena fresco, actual y enérgico, y lo hace tirando de parámetros clásicos que tienen su principal motivo en la new wave y el power pop, pero que también abarca indie rock y hasta algún (sorpresivo) ramalazo britpopero. El álbum se abre con el apunte glam de “The Party”, dando paso a destacadas como el efectivo single a lo R.E.M. de “The Party Underground”, una “Flighting” que podría haber sido firmada por Supergrass o Super Furry Animals, “There’s No One Like You”, con ecos de Tom Petty; “Punk II” o la versión del “When Do I Get To Sing 'My Way’” de Sparks echando el cierre. Los californianos presentan un total de once canciones convertidas, casi todas ellas, en dianas. Melodías y contundencia luciendo idéntico protagonismo, después de que el cuarteto aproveche en beneficio propio las influencias de Elvis Costello, Cheap Trick, Green On Red o Nick Lowe. El séptimo disco de estudio de Redd Kross potencia la leyenda de la banda, acercando en el tiempo ese momento en el que el que el proyecto de los hermanos Jeff y Steven McDonald será frecuentemente aceptado como mítico.
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