Tras años de negación, por fin Jakob Dylan ha admitido la influencia de su padre y lo ha hecho, paradójicamente, en un momento en el que, para bien o para mal, The Wallflowers ya tienen un sonido más que definido. Tras cuatro discos insistiendo en su propio discurso, Jakob ha conseguido algo que parecía imposible, que su sonido fuera reconocible, aunque siga siendo imposible hablar de él sin nombrar a Bob.
No vamos a descubrir ahora de qué van The Wallflowers, su rock suave con tendencias AOR mantiene siempre el pie sobre el freno para sortear por pelos una comercialidad que en manos de otro podría resultar irritante. La diferencia entre Jakob y “otros” es que el chico tiene una gran capacidad para escribir buenas canciones –dejemos aparte la cuestión genética- y en “Red Letter Days” aparecen, sin duda, las mejores que ha escrito nunca (sirvan de muestra “When We’re On Top” o “Everybody Out Of The Water” como ejemplo). Aquí añaden bases programadas y un sonido más actual que les aleja del anquilosamiento mostrado en su anterior “Breach” y que ayuda a Jakob a cargar un poco mejor con el peso de un apellido que no le abandonará nunca.
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