Reinventarse o morir, dicen. ¿Por qué no ambas cosas? Duran Duran se reinventan a producto de pop electro-urbano de consumo rápido.
¿Qué otra cosa podría esperarse si producen Timbaland y Justin Timberlake y éste hasta canta un par de cortes? Y mueren, porque ni siquiera parecen ellos, sino un disco de sus productores para fans de Madonnas y Rihannas varias. La tibia –siendo generosos- acogida de “Astronaut”, una vuelta más digna a los Duran Duran primigenios, algo tendrá que ver. En “Red Carpet Massacre” actualizan a los gustos y ritmos de hoy, el funk-basurilla que a) les hizo famosos para la mayoría, b) les puso una cruz por siempre para otros, entre los que me encuentro. O sea que, a pesar de momentos de brillantez pop (“Tempted”, “She’s Too Much”), hay mucho “Save A Prayer” y, arggg, “Notorious” contemporáneos e inofensivos aquí. También es cierto que borrando las guitarras de los primeros discos, lo que queda es parecido a esto. En fin, no es lo peor que han hecho, y me temo que en el impersonal negocio actual de la música para masas amorfas, si algo podía volver a colocar a Duran Duran en el juego era un “Red Carpet Massacre”. A los fans siempre les quedarán las reediciones de los (dos) primeros discos. El resto dejadlo estar.
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