“La Victoria Imposible” (Warner Music Spain, 23) es mucho más que el séptimo disco de estudio de Rayden. Es una evolución lógica de todo lo que ha labrado los últimos diez años con su trilogía de la palabra, pero yendo un paso más allá. Mucho más afiliado con sus letras, mucho más fuera de su zona de confort, mucho más contundente y, sobre todo, libre.
El rapero presenta un álbum largo, de catorce cortes, en el que no se deja nada por decir. Habla del amor (del romántico y del desenfrenado), de la ansiedad, del olvido, de la cultura del fracaso, de la ausencia, de la nostalgia, del ego y de revalidar la tristeza como emoción. Se trata de una retahíla de estados de ánimo a los que él ha querido otorgarles un nuevo significado, quitándoles los vicios que han adquirido con el paso de los años.
Para darles ese nuevo valor, decide hacerlo experimentando en distintos géneros, pero sin perder un ápice de su esencia. Hay temas en los que se ve al Rayden más puro, como es el caso de “Alma 22”, pero luego hay otros totalmente sorprendentes, como en “Castigos amables” donde tiene un affaire con el bolero, también en “Año nuevo chino” con su tímido acercamiento al vals e incluso al reggae en “Mujeryego”. Un sinfín de géneros donde no podemos dejar de destacar “Multiverso”, la pieza más movida del trabajo, que te sumerge en un auténtico viaje para ayudarte a romper con la nostalgia, el hit del LP.
Y, de igual forma que transita entre los estilos musicales, Rayden también lo hace con el tipo de colaboradores a los que invita. Aunque no deja de sorprender que, en un mismo disco, puedan coexistir canciones con Carlos Tarque, Nanpa Básico o Travis Birds, y, a la vez, haya otras tantas con Dani Fernández, Covi Quitana y Álvaro de Luna, por no olvidar su feat más especial junto a Beatriz Fernández. David deja cualquier distinción atrás para centrarse en lo único importante: llevar las canciones a otro estadio gracias a la unión de sus voces y sus imaginarios. Destacando entre ellas “Sr. Fracaso” junto al líder de M-Clan, “Llanto” con Travis Birds y “El lenguaje de los coleteros” con Dani Fernández, que entran de lleno a la lista de sus mejores colaboraciones.
Todo este cóctel lo empasta a la perfección gracias al hilo narrativo que conforma su voz y, sobre todo, a la producción. La mayoría de ella firmada por François Legoffic, aunque se ha rodeado de otros grandes productores para darle forma al trabajo. Cuenta con líderes de otras bandas como Adrián Quesada (Black Pumas), Víctor Cabezuelo (Rufus T. Firefly), Mapache (Morat) o Covi Quintana, con el nominado al Grammy, Juan Pablo Vega, con uno de los responsables del sonido de Tanxugueiras, Iago Pico, con los latinoamericanos VRB Tunes y Sherman y Fine y, especialmente, cuenta con él mismo, que ha coproducido dos temas y se ha animado a llevar de forma íntegra la producción de la pieza final. Una amplia lista que explica la variedad de géneros, pero que sorprende gracias a lo compacto que suena todo.
En definitiva, estamos ante un disco excepcional, ya no solo por su contenido, sino por su continente, ya que supone el último trabajo en la carrera del alcalaíno. Es por eso por lo que desde la mitad de este texto no se encuentra referencia alguna a Rayden, solo a David, el hombre que, tras cerca de 22 años, cuelga el micrófono. Resulta que la victoria imposible era justo esto, tener la valentía de retirarse oteando desde la cima.
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