Empeñado en seguir transitando entre historias de la Norteamérica mítica, el tótem del pop british de los sesenta prefiere seguir anestesiando la espera de una posible vuelta de sus Kinks con nuevas incursiones en la tradición folk y la americana. En la mayoría de los casos, viajes con más de medio siglo de vida que nuestro hombre resuelve en jugadas maestras como el emotivo trote cuentacuentos de “The Invaders”, o en el magnetismo crepuscular de “Oklahoma USA”. El problema es cuando cortes de tales capacidades epidérmicas son emparedados entre ejercicios de estilo que no superan el aprobado justo. Tal es el caso de “Back in the Day”, el swing “A Street Called Hope” o la insípida “The Getaway”. Porque, vamos a ver, al señor Ray Davies no le sienta tan bien la mutación en bardo del oeste como a Nick Lowe, su segunda piel. Aun así, sería de necios negar la profundidad de joyas como “Our Country”, que colaría como un momentazo de los Fleetwood Mac de finales de los setenta; al menos, en lo que a la música se refiere.
Quizá porque los Jayhawks ejercen de banda de acompañamiento que no está a la altura de las habilidades de Davies en mutar matiz en arruga grabada en la memoria, el desnivel entre las dos partes resulta un debe que Davies tiene que suplir bajo el eco de su voz templada en miles de experiencias. Porque si de algo puede presumir este trabajo en su momentos más lúcidos es de un indudable poso de sabiduría, amartillado entre estratosféricos coros góspel y poderosas raciones de sensibilidad a flor de piel, la del último gran gentleman british. Y del que esperamos retorne pronto a su radio de acción favorito.
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