Dice Kelela que el inicio que da vida a “Raven” es como ese soplo de alivio que sueltas cuando por fin conectas y estás en paz contigo mismo. Como esa sensación de que el aire entra con fuerza en tus pulmones para limpiar todos los demonios que durante años llevas arrastrando e intentando analizar. Una especie de bomba de exploración que arrasa con todo, de aceptación y deseo que no conoce límites. Una síntesis de la vida después de la muerte. Este nuevo álbum se desarrolla así a partir de un mensaje contra la marginación y de pura renovación que pone una vez más el mundo del r'n'b patas arriba. Porque, hasta ahora, Kelela no ha dado ni un solo paso en falso en toda su carrera, sabe muy bien lo que hace como estrella y tiene un recorrido absolutamente impecable.
“Raven” es una historia de amor queer hacia ella misma, hacia la mujer, hacia la necesidad de liberación y pérdida del miedo que busca transmitir a su gente. Una vez pasada la página de “Washed Away”, con la que explica que por fin puede vivir con tranquilidad siendo la dueña de su presente; comienza su viaje sumergiéndose en la fuerza y el poder que transmite “Happy Ending”, empapándose de un house noventero y tomando las riendas de su discurso. Kelela tiene la enorme habilidad de hacer lo más complejo sencillo, de enriquecer sin medida un r’n’b contemporáneo llenándolo de nuevas vías de exploración y matices que obliguen al género a sufrir una nueva transformación. Kelela es sinónimo de evolución y eso es un poco el mensaje central del disco: una metamorfosis sanadora a través de la música, la aparición de unas nuevas alas, nuevas fronteras, vías de aprendizaje, riesgo y a la vez control total sobre lo que es capaz de hacer.
Con este nuevo lanzamiento, la estrella adquiere una personalidad voraz que salta sin miedo entre el día y la noche. Una figura mística que se desplaza entre luces y sombras hacia un paseo eterno por una enorme ciudad vacía a altas horas de la madrugada para encontrar un verdadero sentido a su existencia. Una apuesta visceral sobre la lucha entre el control y el deseo para golpear fuerte tu cerebro y asumir tu verdadero yo (“Come out and touch the rays. Open up, babe, I’m the one”). Y, como ejemplo de todo esto, solo hace falta disfrutar de esa maravillosa pista ambient que es “Contact” en la que empuja con fuerza y proclama su individualidad.
“Raven” aúna tristeza, entusiasmo, dolor, felicidad. Todos esos saltos radicales y contrastes necesarios que nos obligan a abrir los ojos. A través de construcciones poéticas y sintes afilados, genera poco a poco una masa de oscuros paisajes que luchan contra imaginarios en busca de la luz. Baila con verdaderos himnos ochenteros como “Enough For Love” con ese cierre de serenidad entre el sonido de las olas que conecta directamente con las estructuras plásticas que aparecen en “Holier”. Se introduce en una tensión constante en ese corte electro y punk que es “Fooley” y con el que potencia las tinieblas que intentan mantener el pulso en todo el disco. Se siente segura acudiendo a terrenos más tradicionales como en “Closure” para protegerse junto a Rahrah Gabor (“I’m a grown ass woman, not a pickney”) o invita al dancehall a ser partícipe de su juego en ese impulso imparable que es “On The Run” (“Nothin’ in this world could stop us right now”). Además, entre las colaboraciones ocultas en esta joya, podemos encontrar su unión a Shygirl para la construcción de ese grito de desesperación que es “Divorce”.
Kelela te invita a soñar y a meditar en esta nueva era. Siendo sinceros, la vida es mucho mejor con un nuevo disco suyo en la calle. Y, en especial, si asumimos que “Raven” está creado casi como una pieza a la que acudir a modo de terapia. Es increíble ver cómo, una vez más, Kelela ha sabido ir un paso más allá cuidando al máximo todo su universo creativo. Cómo la estrella ve cada lanzamiento como auténticas piezas de arte que forman un todo y tienen un claro mensaje que transmitir. Con Kelela no existe la música por hacer música, siempre hay algo más detrás y siempre aprendemos o disfrutamos tratando de engullir y rascar hasta el último matiz o detalle que ha decidido colocar en su obra.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.