Se tiende a ver al creador de “Wish Fullfilment”, “Eric's Trip” o “Hey Joni” como el vértice de Sonic Youth más proclive a cobijarse en la estructura clásica de canción, pero su cuarto álbum tras la disolución del cuarteto prueba que su ánimo exploratorio no solo no tiene nada que envidiar al de Moore o Gordon, sino que incluso le está llevando a unas cotas de aventurismo sónico que aún le distancian más que a ellos de todo lo que encarnaba la banda madre.
Repleto de desarrollos imprevisibles, de insospechados cambios de ritmo y multiplicidad de texturas, con lo eléctrico, lo acústico, los vientos y los teclados conviviendo en armonía en nueve canciones que son – cada una de ellas – un mundo aparte, Lee Ranaldo perfecciona una suerte de psych pop con vistas a un folk rock exuberante, ocasionalmente entrecortado por sutiles glitches electrónicos, tan disfrutable por el trayecto en sí como por el puerto final al que arriba cada uno de sus cortes.
En su factura tienen mucho que ver el afianzamiento de su alianza con Raül Fernández Refree (productor y mil cosas más), su entente a la ahora de enfrentarse al papel en blanco con el escritor Jonathan Lethem y el contrapunto de la voz de Sharon Van Etten (presente en seis temas), coronando una nómina de colaboradores en la que Nels Cline (Wilco) y Kid Millions (Oneida) completan el sólido trabajo de The Dust, su banda desde hace unos años.
Ninguno de sus últimos trabajos es igual a otro, y eso es algo que dice mucho acerca de su continuo ánimo de indagación sónica.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.