Más que buscarlo, Carla Bruni se ha encontrado con el reconocimiento. No es que lo tuviera fácil -ya se sabe, nadie espera demasiado de una ex top model italiana de treinta y cuatro años con un importante empacho de literatura francesa-, pero el doble disco de oro logrado en Francia por “Quelqu’un m’a dit” es de una justicia que parece ajena a los tiempos que corren.
Se diría incluso que el revuelo causado es infinitamente más justo que lógico, porque pocos discos consiguen triunfar a nivel popular (y crítico) con un concepto tan alejado del mainstream (y del indie) como éste, sencillo por definición y atrincherado entre la chanson francesa y el folk americano más intimista. El gran trabajo sonoro y conceptual de Louis Bertignac (Téléphone) no puede ocultar las evidentes virtudes de Carla. Ella compone con soltura, canta con suavidad y clava los textos en perfectas canciones de pop que se confiesan deudoras de Barbara, Brassens, Cohen, Brel, Gainsbourg, Françoise Hardy y Julien Clerc. Todo encaja, con esplendorosa naturalidad y una pizca de glamour inconsciente. “Quelqu’un m’a dit” es la consecuencia de no conformarse; el hechizo que hay aquí es mucho mayor que el de las pasarelas.
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