Evitaremos Todo Mal
DiscosQueidem

Evitaremos Todo Mal

8 / 10
Fran González — 23-04-2023
Empresa — Raso Estudio
Género — Indie pop

Como una remisión reencarnada de Caden Cotard, protagonista de “Synecdoche, New York” de Charlie Kaufman, el artista valenciano Raúl Martí siente la ferviente pulsión de volcar en el arte los miedos, traumas y desazones propias de toda una vida. Con menos hipocondría que el personaje de Philip Seymour Hoffman pero tanta crudeza como el que más, el alter ego de Queidem ejecuta un salto mortal en su LP de debut, “Evitaremos Todo Mal” (Raso Estudio, 23), y nos envuelve en un halo introspectivo de incómodas elegías lanzadas a la cara, donde a pesar de la críptica óptica empleada por su responsable, podemos intuir un irrefutable dolor que cala en los huesos, corta la respiración y nos aleja del presente.

Las intrahistorias de sus canciones son solo suyas, pero los sentimientos que supuran de éstas son tan nuestros como si fueran propios. Encarnizadas piezas de verdad que llegan a lo más hondo de nuestra psique, donde la voz, en todas sus formas, colores y destellos, es la protagonista absoluta. Con menos pop y más experimento que en sus anteriores contribuciones, este joven valenciano se calza su particular mitra para evangelizar el presente del art-pop nacional y prodigar con ello el renacimiento milagroso de lo que debería ser la nueva canción alternativa de autor en nuestro país a golpe de honestidad, fusión y riesgo.

La singular homilía de Raúl comienza con su voz tratada a golpe de autotune hyperpopero y agudo en el que los primeros vestigios de esa imaginería religiosa tan suya comienzan a ganar poco a poco protagonismo (“vitemus omne noxium”, rezan cánticos elevados al final de “Halo Dorado”, referenciando de forma directa y en latín al título del álbum). Poco después la voz sampleada de Pablo Neruda en “Canción Desesperada” entra en acción y completa esa sensación constante de estar presenciando un discurso eminente y devoto, cuyo arraigo se romperá en mil pedazos al entrar en contacto con la vanguardia más deconstruida firmada en piezas puramente electrónicas como “Tánatos”. Desde ahí, Queidem alternará autorretratos intimistas donde quedarán reflejadas las múltiples y polifacéticas aristas de su compleja y lastimada personalidad (“Marti R”) así como grandilocuentes pasajes repletos de exuberantes y rebosantes detalles preciosos y cuidados (“Atlas”).

Aunque el grosso de “Evitaremos Todo Mal” lleve la marca íntegra de Raúl, tal y como se siente en esa liberadora mácula que empaña todo el disco, su autor también decide apoyarse en nombres externos para insuflarle un tono particular al álbum, saliéndose por tangentes más accesibles y con aromas a pop de masas. Tras su paso por el último disco de Tórtel,Calavera Suave (Intromúsica, 22), Queidem parece sentirse cómodo mezclando su talento con el de su compatriota, Jorge Pérez, quien da la vez en la producción de “Niebla”, una oda neoclásica y desnuda con sobrecogedores toques de intimidad aciaga (“fue triste que al final necesitara abrazarte, porque no sabía quién eras ni si te quería”). Otro habitual para Martí y todo un acierto en el montante final de su álbum es la incorporación de Abel Hernández (El Hijo) para la producción de “Perdiendo Amores”, una desoladora reflexión sobre el lado efímero de la pasión que evoluciona entre beats de indietrónica oscura.

Con todo, Queidem se postula como otra brillante propuesta nacional que busca poner de relieve ciertos valores perennes de nuestra tradición, demostrándonos que en el arraigo también se pueden encontrar las respuestas a esos grandes interrogantes que continúan asolándonos en la actualidad.

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