Hace mucho que Mika no es la superestrella de sus dos primeros discos. El libanés criado entre Londres y París empezó a flojear con su tercer disco, “The Origin Of Love”, que no se acercó ni de broma al éxito de los anteriores, pero es que hay mucha gente que ni siquiera sabe que en 2015 sacó “No Place In Heaven”, y mucho menos que justo antes de la pandemia (esto no le benefició, desde luego) sacó el quinto, “My Name Is Michael Holbrook”. Sin embargo, tampoco puede decirse que hayan sido fracasos, o que Mika sea un juguete roto; ya no es esa superestrella, pero Mika ha sabido buscarse un hueco en la industria de otra manera.
Ha encontrado nichos de mercado como Francia e Italia, sigue sacando álbumes, que ha presentado en giras mundiales, y también se ha ido ganando sus billetes en bandas sonoras (suya es la de “Zodi & Tehu, aventuras en el desierto”) o programas de televisión no solo de Reino Unido, sino también en las mencionadas Italia o Francia –tanto como jurado de realities como con programas propios. Y, como sabemos, presentó Eurovisión hace unos años junto a Laura Pausini. Italia y Francia son, por tanto, mercados muy importantes para Mika, así que tiene mucho sentido que haya decidido sacar un álbum completamente en francés, tras jugueteos en el pasado como el de “Elle ma dit”. Por eso, y por la persona que inspira el título.
“Que ta tête fleurisse toujours” es el título que ha querido darle al álbum, por ser una frase (algo así como “que tu mente siempre pueda florecer”) que le decía su madre, Joannie Penniman, tristemente fallecida de un tumor hace un par de años. Y el salto de idioma que hay en este “Que ta tête fleurisse toujours” no es a lo loco: para la producción ha contado con gente como Marso (que ha trabajado con VIDEOCLUB o con el eurovisivo Gjon's Tears), Martin Lefebvre (Coeur de Pirate) y con Tristan Salvati (Angèle). Es a Angèle a quien suena en los mejores momentos de este disco, como “Touche Touche”, “C'est la vie”, “Apocalypse Calypso” o “Bougez”, mezclados por supuesto con los tics del good old Mika. A veces quizás se va demasiado a la autoreferencia (es el caso de “Sweetie Banana” o de “Jane Birkin”, donde parece que en cualquier momento va a empezar a cantar “Rain”), pero, por lo general, es un álbum bastante digno tanto en su parte más upbeat como en las numerosas baladas que tiene (destacando quizás “Passager” y “30 seconds”).
Al parecer, no vamos a tener que esperar mucho para su siguiente trabajo: Mika había anunciado a la vez este proyecto y otro en inglés. Por motivos obvios, no está haciendo mucho ruido con éste, pero esperemos que tenga más suerte con el otro, porque sigue teniendo un gran talento para las melodías, y una voz estupenda para el pop.
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