Cierra los ojos, vuelves a estar en plena cuarentena, llevas días sin salir de casa y ya has scrolleado todas las apps de tu móvil. Todo es aburrido y frustrante, pero pensándolo bien, no hay nada por lo que te puedas quejar. Echas de menos a tus amigos, a tus colegas, incluso a gente que ni tan siquiera conoces. Decides entrar en un zoom multitudinario. Centenares de cuadraditos invaden tu pantalla. Y de golpe ¡BOOM! La música suena más fuerte, más acelerada y más brillante que nunca. Sin salir de tu casa, estás en una fiesta en la que todas las identidades, pronombres y cuerpos encuentran su lugar. Una rave para los que tienen miedo a ir de rave.
Si todo eso tuviera que ser un disco, sería “JÁJÁ ÉQÚÍSDÉ (Distopía Aburrida)”. Con su tercer trabajo, Putochinomaricón se ha desprendido de la eterna presión de ser el activista perfecto. Ya no se trata de luchar desde el enfado, sino desde el puro hedonismo. Hacer del deseo disidente la mayor revolución. Gracias a esto, se ha permitido explorar sus dotes de producción. Y nos acaba enviando a todos directamente al club, o a la olla de una posible feria de Habbo Hotel.
En cada canción retrata lo cotidiano y el poder de reconocerse a unx mismx en narrativas en las que no parecía posible hacerlo. Es su propia respuesta al hecho de que, como canta en “Adulto Incomprendido”, “no hay canciones con las que podamos identificar”. Cuando habla de amor, lo hace desde lo no hegemónico, con sus propios códigos. Y sí, todo a partir de lenguaje digital. Sus temas son Internet, escúchese “Otra fisicalidad”, “AliExpréss” o “DM”, porque nuestra vida lo es. Sino dime tú a qué le dedicas más tiempo, ¿a las pantallas o a acariciar ovejas en el campo? Si me gustas, no te enviaré poemas de mi puño y letra, miraré “Tu foto de perfil” y manifestaré.
En resumidas cuentas, once temas que han llegado en el momento exacto para bailar todo lo que llevamos años llorando. Un espacio seguro en el que rodearse de amigxs como GOTY, Tami T o RRUCCULLA. La música del bazar del año 3000 sigue ahí, pero ahora son las tres de la madrugada y todos estamos arribísima, y, aunque necesariamente no lo acabamos de entender todo, va siendo hora de que nos dejemos llevar.
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